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Guillermo Elejabeitia
Miércoles, 7 de febrero 2024, 12:02
El mundillo del vino se ha dado cita está semana en la Ciudad Condal. Bodegueros, viticultores, sumilleres, críticos, prensa especializada y responsables del sector han contribuido a colgar el cartel de completo en la cuarta edición de la Barcelona Wine Week, que se consolida como ... la feria de referencia del vino español. Cerca de un millar de bodegas y más de 650 grandes compradores llegados de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Canadá, China o Países Bajos han inundado el recinto Montjuïc de Fira Barcelona, 7.200 metros cuadrados de espacio expositivo que por momentos se han quedado pequeños. Una muestra de la riqueza y diversidad vinícola del primer productor del mundo, que también ha servido para identificar algunas tendencias en el sector.
Ha sido el gran tema de esta edición, la firme apuesta de los bodegueros en todo el país por recipientes de crianza distintos a la clásica barrica de roble. Ánforas antiguas, tinajas de barro, huevos de hormigón o depósitos de gres cobran protagonismo de la mano de enólogos que consideran que es la mejor manera de realzar el terroir y la personalidad de la uva. Expertos como Pilar Cavero, Almudena Alberca, Santi Rivas, Fernando Mora, Ferran Centelles o Beth Willard han dirigido catas sobre el tema. ¿Es una moda pasajera? «Más bien un punto de equilibrio entre la excesiva madera de hace unas décadas y los vinos muy frutales que se han llevado últimamente», apunta la Master of Wine Almudena Alberca.
Buena parte de esta apuesta por materiales alternativos viene dictada por una manera muy contemporánea de innovar con un ojo puesto en la tradición. Investigaciones arqueológicas que sirven para recuperar recipientes y métodos de elaboración antiguos, aplicación de conocimientos modernos para mejorar técnicas ancestrales o todo el trabajo de recuperación de variedades autóctonas que se viene realizando en España en los últimos años son parte de esa tendencia que recorre no solo el sector del vino, sino también la gastronomía y casi cualquier manifestación cultural de nuestro tiempo. Por no hablar de la capacidad evocadora que tiene la historia de la viña del abuelo o del ánfora de los romanos para el consumidor final.
De un lado, un proceso de calentamiento global que dispara el grado alcohólico de los vinos en muchos lugares de España, de otro, un público que reduce paulatinamente el consumo de alcohol por razones de salud o dietética. Uno de los grandes retos del sector para los próximos años es reducir o incluso eliminar el alcohol de los vinos manteniendo su personalidad, un proceso costoso que aún se está tratando de perfeccionar. «La cerveza nos lleva mucha ventaja», apuntaba gente como la enóloga Montse Rosell o el investigador Miguel Ángel Abad en un debate sobre las oportunidades que abre el vino desalcoholizado, uno de los únicos segmentos que sigue creciendo en un mercado vinícola a la baja.
El mundo del vino vive en primera línea de fuego las consecuencias del calentamiento global y no puede ser ajeno a la búsqueda de soluciones. Una de ellas es reducir drásticamente la huella de carbono en un sector muy atomizado donde el consumo final rara vez se realiza en el lugar de producción. Limitar el uso de determinados fertilizantes, reducir el uso del tractor a las tareas estrictamente necesarias o una buena gestión del riego está entre las medidas propuestas durante un debate en el que participaron investigadores y responsables del sector. Una de las medidas más factibles y eficaces puede ser la reutilización de las botellas de vidrio, apostar por recipientes que pesen menos, etiquetas hidrosolubles o reducir el empaquetado.
Es como comprar un disco por la portada o un libro por lo que pone en la contra, pero hay una gran proporción de consumidores que también eligen el vino por la etiqueta. A la hora de destacar en el lineal del supermercado, hay bodegas que apuestan por vitolas de terciopelo, madera, plásticos, cáñamo, algodón o caña de azúcar, con diseños cada vez más creativos, como contaron en una mesa redonda sobre el futuro del etiquetado algunos profesionales del sector. Y mientras tanto, las bodegas aspiracionales que no necesitan sacar pecho en el súper, abonadas a la etiqueta blanca y la tipografía rococó.
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