Borrar
Escultura hecha en bacalao de Alberdi, 1912. Archivo ABC
El bacalao hecho… ¿arte?

El bacalao hecho… ¿arte?

Historias de tripasais ·

Casa Alberdi, un ultramarinos madrileño especializado en bacalao, se hizo famoso a principios del siglo XX gracias a esculturas hechas con este pescado

Ana Vega Pérez de Arlucea

Madrid

Sábado, 29 de mayo 2021, 00:06

En cuanto tengan un rato libre y la curiosidad bien despierta les recomiendo que se pasen por el archivo fotográfico del diario ABC. Gracias a su buscador se pueden encontrar verdaderos tesoros retratados entre 1850 y la actualidad, incluyendo rarezas culinarias como el pastel de boda del rey Alfonso XIII (1905) ... , un retrato de los cocineros de Abd el-Krim durante la Guerra del Rif (1919), los puestos de comida en la Feria de Abril sevillana de 1894 o el aspecto de una cocina profesional hace 105 años.

Precisamente trasteando en la fototeca de ABC me topé con un par de imágenes absolutamente extravagantes que, más allá de su aspecto entre tétrico y kitsch, ocultaban la historia de una singular estrategia comercial. Con fecha del 7 de abril de 1906 aparece una fotografía espeluznante de una escultura «comestible»: un soldado a caballo enteramente confeccionado con trozos de bacalao. Si se fijan verán que lo que sería el pelo del corcel está hecho con la piel del pescado (se ven perfectamente las escamas), mientras que las aletas dorsales y caudales se utilizaron para imitar la crin, las orejas y el uniforme del militar, con tanto lujo de detalles que éste último luce bigotes, chacó con emblema pirata, y hasta insignias completamente realizadas en bacalao salado. Ay.

Figura militar confeccionada con bacalao, 1906. Archivo ABC

Como pie de foto, una escueta información referida a que la figura había sido expuesta en la «Casa Única en Bacalao, dedicada al gremio de ultramarinos y similares». Por si fuera poco con ésta, el archivo ABC contiene una segunda obra de arte bacaladero. En febrero de 1912 el equipo gráfico del diario retrató otra composición escultórica formada por un toro y un torero en ademán de levantar la muleta. Todo, todito, hecho a base de bacaladas. Lomos, pieles, aletas y raspas incluidas, que a modo de banderillas cuelgan del lomo del toro. Jugando con recortes claros y oscuros crearon los dibujos de la chaquetilla de torear e incluso una especie de hierro en la parte posterior del astado que, en vez de identificar a la ganadería, resulta que era el logotipo del comercio en el que se hicieron estas singulares efigies.

Composición taurina hecha con bacalao, 1912. Archivo ABC

«Exposición de figuras hechas con bacalaos de la Casa Alberdi», reza el pie de foto. Se refiere al gran ultramarinos de Francisco González Alberdi, una tienda de comestibles del barrio madrileño de Chamberí que estuvo abierta entre 1901 y 1936. El dueño era hijo de Hilario González, un reconocido comerciante de artículos coloniales, y hermano de los destacados empresarios Manuel y Andrés González Alberdi (uno fue concejal de la capital y el otro, diputado). Con conexiones familiares en La Rioja, esta saga formó parte desde sus inicios del consejo de administración de Bodegas Franco-Españolas y algunos de sus miembros fueron representantes en exclusiva de sus vinos. Al menos tres de los hermanos Gonzalez Alberdi montaron su propio negocio y Francisco intentó distinguirse especializándose en bacalao. En 1902 registró una marca de comercio –una bacalada dentro de un escudo coronado– para «distinguir comestibles y bebidas de todas clases y especialmente bacalao».

Decidido a hacer hincapié en su producto estrella y movido quizás por inquietudes artísticas, don Francisco G. Alberdi comenzó a hacer esculturas con bacalao y a convertirlas en reclamo publicitario. Aquella «casa única en bacalaos» solía anunciar en prensa la apertura de sus nuevas exposiciones, basadas normalmente en réplicas de cuadros populares hechas enteramente a base de bacalao.

Casa Alberdi anuncia una exposición con ilustraciones del Quijote en bacalao. Archivo ABC

Esas muestras bacalo-artísticas servían de reclamo para atraer a curiosos y potenciales compradores, no sólo de bacalao sino de los variados productos que Alberdi tenía en sus estanterías: quesos, mantecas, aperitivos, salsas, pastas, fiambres, conservas, vinos, licores y chocolates. Para conseguir el mejor producto el dueño viajaba personalmente cada año a Santander, Bilbao, San Sebastián y Burdeos, donde trataba directamente con grandes importadores de bacalao de las mejores clases. El carácter emprendedor del señor Alberdi le llevó no sólo a hacer horripilantes esculturas sino a instalar en 1915 un moderno bar americano en una esquina de su tienda. Así lo contó la publicación 'El Norte de Madrid': «D. Francisco González Alberdi, conocido comerciante en la calle de San Bernardo 52 y Pez 33 (Casa única en bacalao) ha inaugurado en uno de los huecos de su establecimiento, un precioso bar en el que se sirven toda clase de refrescos y bebidas». ¡Para que luego piensen ustedes que las tiendas de ropa con cafetería incorporada son modernas!

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

leonoticias El bacalao hecho… ¿arte?