El teatro San Francisco acoge la proyección de la película 'Lirios Rotos'

Estamos ante uno de los trabajos más atípicos del director pues a diferencia de sus anteriores obras «El nacimiento de una nación» (1915) e «Intolerancia» (1916), que muchos consideran el inicio del cine moderno, donde sobresalen la grandiosidad de su puesta en escena retratando historias épicas llenos de valores heroicos y patriotas, aquí nos encontramos con temas como la miseria y tan sórdidos como el maltrato de menores, el alcoholismo o la drogadicción

Griffith a pesar de tener mucha fama, pensaba que sus obras no eran tomadas en serio y en su mente estaba pasar de ser un «artesano» del cine a un autor. Para ello deja a un lado los grandes presupuestos, los decorados espectaculares y los grandes metrajes y se centra en una película modesta enfatizando su aportación en el guión, incluso llegando a firmar con las iniciales «DG» cada intertítulo de la misma.

La pintura es la disciplina artística con más influencia en la película, empezando por el tintado de fotogramas que utiliza Griffith y la iluminación. A destacar en este aspecto el trabajo de fotografía de G.W.Bitzer, que utilizando una iluminación suave y una profundidad de campo estrecha conseguía la creación de fondos difuminados.

En su enésima colaboración con el director, la película se hace grande con la interpretación de su protagonista Lilian Gish en el quizás mejor trabajo de su carrera, donde destacan sus primeros planos, tan magistrales que muchos años después Bette Davis dijo que los inventó ella.

La carrera de Griffith, pionero del cine, el hombre que inventó el montaje narrativo e influyera sobremanera a directores como Eisenstein, Stroheim, Raoul Walsh o John Ford, tuvo uno de los finales más indignos de la historia de Hollywood, relegado al olvido y no dirigiendo ninguna película desde 1931 hasta su muerte en 1948.

Vamos a disfrutar de este melodrama con claras raíces en el «Romeo y Julieta» de W. Shakespeare, una historia de amor imposible y conmovedora.