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M. ESTÉVEZ
Sábado, 7 de abril 2018, 00:03
Hubo una época en la que el actor Shia LaBeouf tenía el favor de la industria de Hollywood: buenos papeles en sagas con Indiana Jones o Transformers, prestigio, cachés millonarios… Pero la fama es un veneno tóxico y una serie de extrañas exhibiciones artísticas y ... su gusto por el alcohol y las peleas lo convirtieron en un actor confundido y sin trabajo.
Ahora, a sus 31 años, estamos ante un nuevo Shia. En mayo regresa a la gran pantalla en Borg vs McEnroe, donde da vida al tenista estadounidense. Y está preparando una película Honey Boy, en la que ajusta cuentas con su pasado. En ella cuenta los conflictos entre su padre alcohólico y el pequeño actor que él era cuando trabajaba para la serie Even Stevens, en Disney Chanel y las aperturas que pasó cuando solo era un niño. «Yo era muy pobre –reconoce–. Vivía en Echo Park [Los Ángeles] en una situación bastante complicada. Mis padres no tenían trabajos convencionales y eso no me gustaba. Y familia acabó rompiéndose por culpa del dinero. Vengo de la pobreza más absoluta. De niño pasé hambre y o tenía nada con lo que disfrutar».
(Más información en CodigoUnico.com)
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