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Un pequeño error puede cambiar una vida, cree Imanol Arias. La de su personaje en 'Despido procedente', la nueva cinta del director Lucas Figueroa, que se estrena este viernes, da un giro enorme el día en que se equivoca al dar ... una dirección a un viandante, Darío Grandinetti, en el que se esconde un psicópata. «Qué seríamos sin los errores», se pregunta Arias; «pero no hay que ser vago a la hora de aceptar un fracaso. Si una persona no aprende de los hechos desagradables, la vida le va a devolver los mismos hechos desagradables hasta que aprenda». Hugo Silva completa el trío protagonista de un 'thriller' en tono de comedia que se ambienta en Buenos Aires.
Imanol Arias se convierte en Javier Fernández, un ejecutivo español de buen corazón que trata de evitar los despidos masivos en su empresa y que, por otro lado, se ve acosado sin motivo, en una cinta que se inspira en 'Nueve reinas' y que entronca de alguna manera con 'El diablo sobre ruedas'. «Los despidos masivos significan que las empresas se expanden, que adquieren deuda, y la deuda es igual a austeridad. El ejecutivo es el brazo armado contra el empleado de nivel inferior, y este a su vez lo es el del nivel inferior. Javier no se maneja bien en esto», explica el actor, que en su vida personal se siente acosado por un tipo de prensa, especialmente desde que su nombre apareció en los 'papeles de Panamá'.
«¿Cómo vivo eso? Callado. A nadie le interesa contarlo bien. Mi historia no tiene nada que ver con lo que se cuenta», subraya Arias. «Aspiro a no salir nunca en determinadas revistas, eso sería un alivio, y no tener a cuarenta tipos todos los días detrás mío. Dos motos y un coche. Hace año y medio. Los fotografío, los conozco, me siguen cuando salgo a correr... Esa es mi vida. Estoy hasta los coj... Pero la vida es así», añade.
El director Lucas Figueroa, nacido en Argentina de padres españoles, conoce bien las dos orillas del charco. Desde los 19 años (tiene 39), reside en Madrid, y en la película decidió mezclar «la picaresca española y el humor ácido argentino». «Nos intercambiamos la crisis. En la época de Perón, aquí nos moríamos de hambre. En el 2001, con el 'corralito', vino una oleada de argentinos. Y con la crisis española, mucha gente se fue a Argentina. Es la historia de siempre y seguirá pasando porque hay más conciencia de la unión latinoamericana», apunta.
«No importa el país: lo que contamos es que ni siquiera las decisiones que toma la gente dependen de ellos, y tampoco del territorio. Todo está tan globalizado que la crisis corresponde a un sistema y uno, como persona, tiene la posibilidad de decidir si juega o no», explica Figueroa, un director que figura en el Guinness de los Records por los más de 450 premios que recibió por sus cortos 'Trilogía de muerte'. «A aquello no hay que darle más importancia de la que realmente tiene. Lo gratificante de verdad es que un espectador te diga que tu película le ha ayudado a pensar. Si crees que tener 500 premios te pone en un determinado nivel, estás jodido», revela el cineasta.
Hugo Silva da vida en 'Despido procedente' a un tipo que proyecta su felicidad en el poder y en el dinero, un tiburón de verdad «que tiene rasgos infantiles». «De esa manera puede justificar ciertas cosas y aunque sea mala persona, despierta atractivo», asegura Silva, que vive un momento dulce de su carrera saltando entre el cine y la televisión, donde forma parte del reparto de 'El Ministerio del Tiempo'. «Ha sido maravilloso participar en una serie de la que yo era fan, que era mítica. Siempre he fantaseado con un personaje histórico y me ofrecen a Pacino, que genera mucha empatía sobre todo en la gente de mi edad, que hemos vivido los 80 de niños. Y he sentido un cariño sincero del público», agradece el actor.
El acento argentino de 'Despido procedente' lo pone Darío Grandinetti, que en el cine español ha destacado en películas dramáticas ('Hable con ella', 'Julieta') y que agradece «poder hacer una comedia». «Me gusta mucho la comedia. Suele ser un género tomado como menor, pero con el humor se puede hablar de cosas que ayuden a reflexionar. No creo que este oficio deba ser tomado como algo esclarecedor o abrir los ojos a la gente. La película cuenta cosas reconocibles con personajes reconocibles, una historia muy fácil de entender en todo el mundo», asevera Grandinetti.
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