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Víctor Núñez Jaime
Miércoles, 31 de enero 2018, 00:15
Cuando su hermana lleva dos años sin dar señales de vida, Laura decide ir a buscarla. La desaparecida se llama Sara y se fue a trabajar a la selva del Congo con una oenegé. Un día su foto aparece dentro de un reportaje gráfico que ... Laura ve en una revista y eso la impulsa a emprender el viaje, sin saber con certeza lo que se encontrará: una añeja guerrilla por hacerse con la explotación del coltán, un mineral utilizado para fabricar dispositivos tecnológicos, abundante en esa región, que reparte horror a diestra y siniestra. El filme, dirigido por Norberto López Amado, se estrena este viernes y con ello se culminará un proceso de trabajo iniciado hace dos años.
«Fue cuando el director y el guionista me contaron el proyecto y me dijeron que irían a documentarse. Por supuesto, quise acompañarlos. El Congo es un país inmensamente rico en coltán y, sin embargo, su población está apartada de cualquier ganancia. Un jefe de misiones de Médicos sin Fronteras nos puso en contacto con organismos como la ONU en África, campos de refugiados, asociaciones que trabajaban con mujeres violadas o niños soldados. Fue muy intenso, porque la zona era realmente peligrosa. Después, el reto era hacer una película que reflejara la realidad pero que también mostrar un atisbo de esperanza», dice Belén Rueda, protagonista de la cinta.
Hace un par de meses, la actriz promocionaba entre risas la más reciente comedia de Álex de la Iglesia, 'Perfectos desconocidos', pero ahora sus palabras están teñidas de una estoica seriedad. «Porque el tema lo amerita y hay que abordarlo con mucha sensibilidad. Además, me embarqué en una aventura emocional y no salí impune. Uno no es la misma persona después de inmiscuirse en un tema como este. Y espero que les pase lo mismo a los espectadores. Porque hay mucha gente en el mundo que no tiene ni idea de todo lo que hay detrás del móvil o la tableta que compran», expresa.
'El cuaderno de Sara' detalla el caso de los 'niños soldados', menores secuestrados por los señores de la guerra para resguardar con armas de alto poder las minas de coltán. «Quizá esto sea lo que, en un momento dado, pueda noquear a la gente en el cine. Pero ojalá sirva para concienciar sobre problema», comenta el guionista Jorge Guerricaechevarría.
«La historia de estos niños es muy dura. Les arrancan de sus familias, literalmente, con apenas seis, ocho años. Y solo les enseñan a odiar. A muchos, cuando atacan sus aldeas, les obligan a matar a sus propios padres y se van obligados a seguir matando», apostilla Belén Rueda.
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