El cineasta iranío Abbas Kiarostami.

Irán pierde a su cineasta esencial

Abbas Kiarostami, el director iraní más internacional, fallece en París a los 76 años

colpisa / afp

Lunes, 4 de julio 2016, 22:20

Gracias a Abbas Kiarostami, Occidente conoció una cinematografía ignorada. En los años 90, A través de los olivos, El globo blanco y El sabor de las cerezas convirtieron al director iraní en una estrella de los circuitos de versión original. Su cine hablaba de historias ... cotidianas con un ritmo al que no estábamos acostumbrados en Europa. Poesía y denuncia en una obra que chocó con la censura del régimen iraní y que obligó a su autor a filmar en Europa. Kiarostami ha muerto hoy a los 76 años en Francia, adonde había viajado para tratarse un cáncer de estómago.

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Nacido en Teherán en 1940, Kiarostami estudió Bellas Artes y trabajó como diseñador gráfico antes de rodar docenas de anuncios para la televisión iraní. En 1969 funda con amigos una organización sin ánimo de lucro dedicada a hacer películas educativas para niños con problemas. Lo que empezó siendo un puro trabajo, confesaría años más tarde, fue lo que despertó su vocación de cineasta. Durante 20 años, Kiarostami rodó cortos y documentales en el seno de la asociación, hasta que en 1987 ¿Dónde está la casa de mi amigo? descubre su talento en Europa.

Su cine se caracteriza por las escuetas líneas argumentales. Kiarostami rueda películas sin historia, sin una narración cerrada de acontecimientos. Su obra pone el acento en la carga poética de las imágenes y en una teoría muy personal de la recepción cinematográfica, que exige la participación creativa del espectador en películas a medio hacer. Un buen ejemplo es El viento nos llevará, la crónica de un equipo de rodaje que llega desde Teherán a una pequeña aldea del Kurdistán iraní para filmar un documental. Nadie en el pueblo sabe qué se proponen los forasteros, y cuando estos se dirigen al cementerio, los lugareños creen que buscan un tesoro. Al final el equipo se marcha con la impresión de no haber encontrado nada.

El ganador de la Palma de Oro en 1997 con El sabor de las cerezas cada vez tuvo más dificultades para trabajar en Irán por culpa del régimen de los ayatolás. Rodó en Francia, Italia y Japón. De su prestigio internacional da buena prueba el hecho de que hace unos días la Academia de Hollywood le invitara a formar parte de la élite del cine mundial. Copia certificada permanece como su película menos Kiarostami, la primera que rodó fuera de Irán y con actores europeos como Juliette Binoche. La actriz francesa jugaba a ser la mujer de un desconocido por los pasajes de la Toscana en una reflexión sobre el estatus de la ficción cinematográfica que remitía a Te querré siempre, de Roberto Rosselini.

Y es que, con el tiempo, el cine de Kiarostami se fue sofisticando y su figura engrandeciendo. Mantuvo con Víctor Erice una correspondencia en forma de cartas filmadas que acabaron exponiéndose en centros de arte. El cineasta vasco y el iraní compartían que ninguno de ellos se había sometido a las leyes del cine como industria y como mercado. Ambos hablan en sus películas de la infancia como paraíso perdido y coinciden en una mirada atenta, pausada y minuciosa a las pequeñas cosas.

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