J. A. Guerrero
Domingo, 26 de junio 2022, 00:37
Carles Mesa (Palafolls, Barcelona, 46 años) es la voz y la mente detrás de 'No es un día cualquiera', el magacín matinal de los fines de semana en RNE, un espacio donde cabe de todo, desde la nutrición, la salud, la música (sobre todo de ... Drexler), la historia... pero donde la entrevista cobra su relevancia en la elegante voz del periodista catalán. «La voz no es lo principal, pero cada entrevista que hago está muy trabajada», dice Mesa, un «perfeccionista enfermizo», como se define.
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–Me abruma, me ruboriza y además no es verdad. Me lo tomo como un halago pero en la radio lo más importante no es tener una gran voz sino contar las cosas bien. Es verdad que la voz debe primar porque creo que está muy descuidada últimamente en muchas radios, pero no es lo principal, en absoluto.
–Depende de los programas y de los horarios. Me han dicho muchas veces 'tu voz me tranquiliza, me enamora'. Es una forma de llegar al oyente. Los que trabajamos en la radio lo hacemos para que nos quieran y creo que una buena forma de llegar al oyente, de enamorarlo, es que se quede con tu voz y que te espere cada fin de semana.
–El fundamental es que la entrevista esté muy trabajada y muy bien documentada. Y después hay que crear un ambiente propicio para que el invitado se sienta cómodo. Yo intento hacer entrevistas amables. Hay muchos métodos, pero en mi caso lo intento. Cuando el personaje se siente a gusto cuenta más de lo que contaría si eres muy incisivo y él trata de parar los golpes. Creando un clima propicio puedes sacar muchas más cosas.
–Creo que sí. Entrevisto a muy pocos políticos, pero es exportable. Pero ojo, una entrevista amable no es una entrevista pelota.
–Así me las tomo. Tengo mi guion y mi estructura. Me gusta escuchar al personaje y dejarme llevar. Me lo tomo como una charla y ese tono llega al oyente.
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–Por supuesto y cuando eso pasa, cuando te olvidas de los papeles, me gusta.
–Sí, está más controlado porque afortunadamente nos conocen poquito. Y lo agradezco. Es verdad que todos tenemos un poco de vanidad, pero creo que quien trabaja en la radio no busca eso, busca otra cosa diferente.
–En mi caso creo que lo he conseguido porque todos tenemos una imagen un poco tergiversada de un medio público, de un profesional que se deja llevar por el Gobierno de turno. Llevo trabajando más de 20 años en la radio con todos los colores políticos y siempre he tenido libertad. Nadie me ha dicho jamás qué puedo o qué no puedo decir.
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–Jajaja... Por supuesto, ella ya lo sabe. Si me dedico a esto es gracias a haber escuchado a Julia Otero tanto tiempo.
–Es algo enfermizo. Ni mucho menos quiere decir que sea perfecto porque la perfección no existe, pero intento rozarla y no lo consigo. Los que trabajamos en un medio público tenemos mucha responsabilidad y soy exigente conmigo mismo más que con los demás.
–Me gusta hacer las entrevistas mirando a los ojos y hacer entrevistas desde Barcelona no siempre lo permite, pero al final te acostumbras y en dos minutos te olvidas de la distancia.
–De todo el proceso. Esto es como un viaje en el que disfrutas de la preparación, del trayecto y después recordando cómo ha sido el viaje.
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–Sí, suena bastante, jajaja. Me encanta Drexler.
–Ummn... A Luz Casal. Una vez conversé con ella en el espacio de Carlos del Amor y me dijo que nos escuchaba cada fin de semana y eso me hizo mucha ilusión. Ella forma parte de la banda sonora de mi vida.
–Las relacionadas con la vida íntima del personaje. Ahí no entro nunca.
–Jajaja... de musicales. Cantar, bailar… algo multidisciplinar. ¡Me habría encantado! Pero soy consciente de mis limitaciones.
–No, nunca. Alguna vez me he planteado qué pasaría, pero no sé si lo quiero probar. Participo cada año en el 'Telepasión' de TVE, que ahí si puedo cantar y bailar, pero es estar delante de una cámara y lo paso muy mal. No soy natural y tengo muchos complejos. No es lo mío.
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–Trabajar de noche es duro, te trastoca la vida, te cambia los horarios, pero es muy agradecido porque el oyente nocturno y el del fin de semana son muy fieles y están siempre ahí.
–Para abrazar a los nuestros.
–'Coto privado de infancia', de Paco Tomás.
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