Estación del metro de Londres durante los bombardeos de la II Guerra Mundial. bill brandt

Bill Brandt, el fotógrafo genial que renegó de su afiliación alemana

La Fundación Mapfre dedica una retrospectiva al maestro, un hombre que conjugó con acierto todos los géneros

Martes, 1 de junio 2021, 17:33

Está a la altura de los grandes maestros de la fotografía. Bill Brandt es junto a Brassaï o Henri Cartier-Bresson uno de los padres del arte fotográfico moderno. Lo paradójico de este hombre es que captó la huella de su tiempo y a ... la vez intentó sepultar todo vestigio de su pasado. Nacido en Hamburgo bajo el nombre Hermann Wilhem Brandt en 1904, borró sus raíces germánicas para pasar inadvertido en el Reino Unido, en donde el nazismo hizo que se aborreciera todo lo que venía de Alemania. Se tomó tan en serio lo de abjurar de sus raíces que cuando se asentó en Londres, después de breves estancias en Viena y París, decía ser británico sin mácula, pese a que nunca logró deshacerse del todo de su acento. Su figura y biografía están envueltas por el misterio y el conflicto, algo que se nota en su trabajo.

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Una exposición de 186 fotografías positivadas por el propio artista, quien aprendió a conciencia las técnicas del laboratorio, ofrece una muestra de su trabajo en la Fundación Mapfre, en Madrid. Brandt dominaba con destreza los trucos del retoque y se encargaba él mismo de hacer sus propias copias y ampliaciones. «El efecto final de la imagen depende en gran medida de esas operaciones, y solo el fotógrafo sabe lo que pretende», escribió en uno de sus libros, 'Camera in London'.

Criadas de Londres. BILL BRANDT

La muestra refleja medio siglo de su quehacer, en el que se conjugan todas las disciplinas del género: reportaje social, retrato, desnudo y paisaje, modalidades que cultivó siempre con acierto. Como testigo de su tiempo, ilustró los desolados paisajes industriales de su país de adopción, la mugre del minero después de un día extenuante de trabajo, y contrapuso las imágenes de los de arriba y los de abajo, la jerarquía social entre potentados y servidumbre. Sus desnudos denotan un afán experimental sorprendente: hechos en la playa, la carne se funde con la piedra para dar una imagen en que se entretejen lo mórbido y lo granítico, lo efímero y lo imperecedero.

Tuberculosis

Su interés por la fotografía data de su juventud, cuando su familia le envía a los sanatorios suizos de Agra y Davos para recuperarse de su tuberculosis. Aparte de las curas a base de respirar aire limpio, acudió a un psicoanalista que prometía erradicar la dolencia en el diván. Es dudoso que las teorías freudianas le sanaran, pero sí que penetraron en su mente hondamente, lo que se reflejan en la obra de este genio del retrato que ocultaba su árbol genealógico, poblado de acaudalados antepasados rusos.

En el París de finales de los años veinte entró en contacto con las vanguardias y el surrealismo, si bien Brandt prefirió abordar la realidad de los barrios periféricos antes que las ensoñaciones oníricas. Convertido en el gran documentalista y poeta de la vida cultural y social de Londres, trabajó para revistas como 'Weekly Illustrated', Lilliput' y 'Picture Post'. Cuando estalló la II Guerra Mundial, acometió dos de sus más impresionantes trabajos. Uno de ellos versaba sobre los ciudadanos que se refugiaban en el metro durante los bombardeos nocturnos. Cuerpos arracimados transmitiéndose unos a otros el calor. La otra gran empresa fue capturar la esencia del Londres espectral y desértico, sumido en la oscuridad para burlar las bombas.

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Ilustró los desolados paisajes industriales del Reino Unido y destacó por tratamiento del desnudo

 

Pese a la variedad temática de sus inquietudes hay algo constante en su legado: la presencia obsesiva del 'unheimlich' (lo «siniestro», lo que produce desazón, según Freud), circunstancia que hace que las fotografías de Brandt causen atracción y rechazo a partes iguales, «fascinen siempre al espectador», en palabras del comisario de la muestra, Ramón Esparza, profesor de Comunicación Audiovisual en la Universidad del País Vasco.

Bill Brandt trabajó para revistas como 'Harper's Bazaar', lo que le permitió fotografiar a personalidades como Francis Bacon o Henry Moore. Para capturar la imagen del primero empleó un gran angular que confirió al retrato una atmósfera extraña, algo recurrente en sus instantáneas.

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