Cuesta creerlo, pero a Rafa Maza la borrasca 'Filomena' no le dejó frío. Al contrario, un vídeo de apenas tres minutos grabado en el balcón de su casa de Atocha en el que sale vestido de esquiador, bebiendo cerveza como si fuera Moët & Chandon ... y reclamando al Ejército una batería de cañones para alfombrar los 'Alpes madrileños' de nieve polvo, se ha hecho viral y ha catapultado a este aragonés. Un cómico de largo recorrido que estudió para militar, ha acabado haciendo malabares por los teatros de media España y que, confiesa, lleva «fatal» lo de ser autónomo.
Lunes
7.45 horas. Me despierto con el transistor, que tengo siempre debajo de la almohada, una costumbre que he heredado de mi padre y que antes fue del abuelo. No soy de música mañanera, pero sí de oír las noticias incluso estando en la ducha.
9.30 horas. Soy mi propia empresa y mi casa se ha convertido en oficina. Chequeo cómo van las actuaciones -acaban de cancelar dos que tenía previstas en Valencia por el Covid-, repaso nuevos proyectos... José Motaha llamado por teléfono proponiéndome otra historia (colaboró con él en el especial de Nochevieja). A raíz del pelotazo de los 'Alpes madrileños' -que han visto millones de personas- ahora me llaman de empresas encargándome vídeos. Elegí apostar por mis espectáculos y ahora estoy recogiendo los frutos.
14.00 horas. Me encanta comer en casa con amigos, en especial con Ramón, que es arquitecto y con el que se me ocurren ideas para los vídeos. Hoy he puesto judiones de La Granja, tenía muy abandonadas las legumbres. Con el confinamiento he descubierto la olla a presión: medio pollo de corral, patatas, zanahorias, unos puerros... y ¡voilá¡ Tienes caldo, puré y carne. Tres comidas en una, pura magia. Mi amiga Susana cocina muy bien y es más de 'cremitas' (eso del puré suena muy ordinario). Y para rematar, la siesta: 15 minutos de sofá i-rre-nun-cia-bles.
Martes
11.00 horas. Hay que organizarse. Este mes tengo actuaciones en Cizur, en Madrid, en Alcobendas... El que viene en Béjar, Zamora, Galicia... Es duro ser autónomo, llevo fatal lo de las facturas y me ahogo en un vaso de agua. Acabo de hablar con el de la gestoría y ya me ha echado la bronca: «Te has vuelto a pasar de fecha con lo del IRPF». Ya lo decía Lola Flores: el que tiene arte, no sabe administrarse.
12.00 horas. Entreno con los malabares. Pelotas, mazas, raquetas de tenis... Ahora me ha dado por las cajas de puros. Como vivo en una casa de techos altos, practico en el salón, uno de artista, sin mesas de cristal ni floreros . Cuando estoy en Huesca y practico allí, mi madre se pone mala. ¡Cuánto echo de menos poder abrazarla!
19.00 horas. Quedo con amigos de profesión o aprovecho para asistir a alguno de sus montajes. Paula, vitoriana, estrena ahora en el Teatro Lara. «Ojalá me vaya a como a ti», dice. Lo último que he visto es 'Ring-ring, cuénteme», con Natalia Érice en la sala Mirador, y 'El caballero incierto', de Silvia de Pé. Hablamos de trabajo, intercambio ideas... También voy a la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Me fascina el verso y los juegos de palabras a los que se presta.
Miércoles
04.00 horas. Me pasa mucho últimamente, despertarme de madrugada con una idea que me está rondando y a la que intento dar forma. La última, con el toque de queda: «Ya te doy un toque y queda-mos». Algunos son muy malos. Media vuelta y a dormir. Como buen clown, paso la vida angustiado. Pero hasta de eso se aprende: para hacer reír a los demás, primero hay que saber hacerlo de uno mismo.
18.00 horas. Desde hace años practico gyrotonic con una amiga. Es una mezcla de yoga, pilates y kung-fu, pero enfocado a la danza. Me da conciencia de movimiento. Eso sí, soy un poco anárquico y a Vanesa la vuelvo loca con los horarios. Y es que nunca sé cuándo me va a tocar grabación ni qué voy a poder incorporar al espectáculo. ¡Mi cabeza no para! Ya lo decía Picasso: «Que la inspiración te pille trabajando».
Jueves
09.30 horas. Me gusta desayunar fuera, en el Bar Soria que tengo debajo de casa, aunque antes coma una pieza de fruta. Café con churros, un clásico madrileño. Es mi momento, cuando aprovecho para trastear con el móvil, revisar mensajes... El otro día llamó para felicitarme una amiga de la academia militar donde estudié, que ahora es comandante de Infantería de Marina. Aquellos años me sirvieron de mucho: la de actor es una carrera de largo recorrido, de picar tierra, y requiere disciplina.
20.00 horas. Me encanta pasear por el centro de Madrid o ir en bici con Susana por la orilla del Manzares o la Casa de Campo. El metro ni lo piso. También soy mucho de escaparates y de tiendas vintage, donde aprovecho para equipar a Fabiolo. Entro en los comercios y me hago amigo de los dependientes. El otro día, Silvia, de La Antigua, me dijo «Rafa, tú tienes una señora dentro, una que sabe lo que funciona y lo que no». Toma, como la Doubtfire, pensé. Me halagó.
Viernes
19.00 horas. Actúo en el teatro Alfil, mi base de operaciones. Fabiolo me acompaña desde 2013, primero con 'Glam Slam' y ahora con 'Fabiolo Connection' y 'Hey Bro, Hypster Show', que tiene más de sátira. Siempre arranco con un soneto para ganarme al público: «La pandemia es jugar contra Jo-Covid, enfrentarse a PCR-eder, es probar esa vacuna que no sirve para Nada-l». Es que Fabiolo, antes de hacer snowboard en el balcón, ha sido profesor de tenis en Emiratos. Un pijo de nivel, divertidísimo. Me permite decir a la cara cosas que en condiciones normales ni se te ocurriría, moviéndome siempre entre la ignorancia y el atrevimiento. La gente disfruta, lo veo aunque lleven mascarilla.
23.30 horas. Antes era de alargar las noches, ahora no queda otra que recogerse temprano. Cada vez soy menos de series y es porque está cambiando el modo de hacer entretenimiento. Yo prefiero los videos de YouTube, más espontáneos. En mi caso al menos, nunca sé qué lo va a petar. Pero que salga no es casualidad, sino el resultado de muchos años de oficio.