Lunes, 23 de septiembre 2019, 16:16
Picasso y Calder «asesinaron» la pintura y la escultura en el siglo XX para renovarlas. Pero tuvieron, además, la genialidad «de suicidarse artísticamente, de matarse a sí mismos muchas veces para renacer». Así lo reconocen los nietos de estos grandes y «geniales asesinos» del arte: ... Alexander S. C. Rower, presidente de la Calder Foundation de Nueva York, y Bernard Ruiz-Picasso, copresidente de la Fundacion Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA). Son dos de los cinco comisarios de la primera exposición que confronta la obra estos «gigantes de la modernidad» en el museo Picasso de Málaga y en la que ofrecen «nuestra vedad sobre nuestros abuelos».
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El norteamericano Alexander Calder (1898-1976) y el malagueño Pablo Picasso (1881-1973) se vieron en contadas ocasiones. Sus nietos les presentan ahora como dos «exploradores del vacío», unos «cazadores» que cambiaron las reglas de juego en el arte y cuyas obras confrontan en un «amistoso y raro» duelo de titanes, según el nieto de Calder. Un duelo sin sangre que se libra hasta enero próximo en torno a un centenar largo de piezas, 57 de Calder y 51 de Picasso, además de documentos, fotos y manuscritos que conforman la crónica «de una amistad más artística que personal».
Ambos desarrollaron formas radicales e innovadoras de percibir y tratar los grandes temas. Entre los muchos abordajes posibles, sus nietos han elegido esa intensa exploración del vacío, esa «ausencia de espacio» que los dos artistas persiguieron en el osado viaje que les condujo de la figuración a la abstracción. No en vano, Picasso soñaba con «una escultura hecha de nada, como la poesía» y quería atrapar el vacío que envolvía a sus figuras. Para Calder la falta de peso y la línea que delimita el vacío era «mucho más atractiva» que la masa y el volumen.
Picasso y Calder fueron hijos de artistas de formación clásica y los dos dejaron sus países para peregrinar a Francia. Allí se reinventaron destruyendo sus precedentes, los de otros artistas e incluso sus yoes, siempre cambiantes. «Todos matamos al padre para ser nosotros mismos. Ellos mataron a su progenitores artísticos, sí, pero tuvieron el valor de suicidarse muchas veces para renovar la creación y nuestra percepción del arte», plantea el nieto de Calder.
La muestra explora las conexiones e intereses parejos de estos padres de la modernidad que se trataron poco, -se vieron solo cuatro veces- pero que se admiraron y respetaron. Nunca compartieron idearios artísticos, más allá de algún interés común por el circo, pero buscaban lo mismo. «Ambos creaban de manera muy física; se pringaban en el taller, se ensuciaban las manos», destaca el nieto de Calder, que confirma que su abuelo tenía dos 'picassos'. «Mi abuelo no tuvo esculturas de Calder en su colección, pero sí algunas litografías» confirma Bernard Picasso.
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Se conocieron en 1931, cuando Calder presentó la primera exposición de sus nuevas y radicales esculturas 'no objetivas' en la galería Percier de París que Picasso escudriñó curioso. Sus caminos se cruzaron de nuevo en julio de 1937, en el Pabellón de España de la Exposición Internacional de París, donde el 'Guernica' de Picasso reinaba ante la 'Fuente de mercurio' de Calder, el único artista no español incluido en aquel pabellón gracias al arquitecto que lo diseñó, Josep Lluis Sert.
En la muestra hay una maqueta de aquella legendaria fuente y una pieza de alambre y terciopelo con la que Calder homenajeó al 'Guernica' y a Picasso. «La exposición también explora la relación de Calder con la España que visitó en los años treinta, su compromiso antifascista, y su apoyo posterior a los refugiados mediante la venta de algunas obras», recuerda su nieto.
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Tanto Picasso como Calder se convirtieron pronto en faros de su generación: el MoMA de Nueva York ofreció una retrospectiva de Picasso en 1940, y la de Calder llegó en 1943. Las obras de ambos también se expusieron en la Bienal de Sao Paulo en 1953, y los dos realizaron piezas por encargo de la UNESCO en 1958. Sus nietos creen que aún siguen marcando caminos y abriendo sendas a otros creadores. «La apropiación de la obra de Picasso aún da frutos. Dejó su maleta cargada al borde de una carretera por la que transitan otros creadores que la recogen», dice el nieto de Picasso. El de Calder cree que el legado de su abuelo sigue también «muy vivo» y excitando el imaginario de creadores actuales como Richard Serra y James Turrell.
«La conexión Picasso-Calder es tan fuerte que, en muchos casos, sin cartelas no se sabría bien si estamos ante una pieza de Picasso o un Calder», dice José Lebrero, director del Muso Picasso de Málaga y también comisario de una muestra que se vio antes en Museo el Picasso de París. Claire Garnier y Emilia Philippot, del museo parisino, completan el equipo de comisarios de una exposición histórica. «Un proyecto raro sobre dos titanes empeñados en recrear el 'no-espacio', mediante contorsiones del tiempo en el caso de Picasso, y mediante la sustracción de volumen en el de Calder» concluye el nieto del escultor.
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Qué: Calder-Picasso
Dónde: Museo Picasso. Palacio de Buenavista. C/ San Agustín, 8, Málaga museopicassomalaga.org
Cuándo: del 24 de septiembre de 2019 al 2 de febrero de 2020
Cuánto: Entrada general 6,5 €. Reducida 4 €
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