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«Acumular arte es casi tan absurdo como escalar el Everest o alcanzar los polos a pie, pero es fascinante». Lo dice Erling Kagge (Oslo 1963), el primer conquistador de 'los tres polos', el Norte, el Sur y la cima del mundo. Un aventurero ... noruego que es también un avezado comprador de arte contemporáneo cuya colección ha salido por primera vez de Noruega para recalar en España.
Además de explorador, Kagge es abogado, editor y escritor. Ha vendido más de 100.000 copias de sus cinco libros y su éxito empresarial le ha permitido atesorar la valiosa colección que muestra en las salas de la Fundación Santander, en Boadilla, al norte de Madrid. Es una selección de casi 200 obras entre pinturas, fotografías, esculturas y vídeos de 51 artistas que ha titulado 'My Cartography' (Mi cartografía) y estará en cartel hasta el 4 de septiembre.
«Un silencio como el de los polos me invade cada vez que estoy frente al auténtico arte», ilustra este explorador del arte y los silencios glaciares en tiempos ruidosos. «Es mucho lo que no comprendo y lo que no puedo dejar atrás, y eso me lo recuerda el arte», asegura Kagge, para quien la aventura y la colección de arte «tienen bastante en común». «Están muy ligados y suponen ir más allá. Tienen que ver con la curiosidad, el asombro y con hacer que la vida sea más difícil de lo que es», dice.
De atractiva madurez, Kagge peina canas, derrocha simpatía y viste con elegante desaliño: chaqueta de gastado terciopelo, camiseta ajada, tejanos blancos y botas jipis de ante. Cuenta risueño que su colección nació por despecho. «Compré la primera pieza cuando me dejó una novia. Tenía 21 años, estaba deprimido y di con una obra con tres hombres y una mujer que relacioné con los celos. La pagué con dos botellas de vino», explica. «Mi gusto ha cambiado mucho desde entonces. Desde mediados de los 90 compro una o dos obras al año», revela, aunque los números inviten a penar que son más.
Sin asesores ni consejeros, el noruego compra guiado por su instinto. «Tenía la idea romántica de que debía formarme un ojo infalible, pero aprendí a coleccionar dejándome llevar de todos los sentidos». Acumula hoy 800 obras de artistas como Olafur Eliasson, de quien adquirió tres pieza muy tempranas.
Para Bice Curiger, comisaria de la muestra, Kagge se distingue «por la libertad de espíritu y el sentido del humor». Lo prueba un Rolls Royce firmado por Franz West en el que la figurilla alada del radiador ha sido sustituida por otra de excrementos. «Es una colección creada desde la personalidad de un explorador que quiere llegar a los límites del arte».
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