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Bailarina clásica en Ginebra (Suiza) y modelo en París con 'Harper's Bazaar' (Francia), Barbara Brändli abandonó el viejo continente a punto de cumplir treinta años para colgarse una cámara fotográfica y recorrer el Amazonas. Hasta su mudanza a Caracas a finales de los años ... cincuenta no había estado al otro lado del obturador. Aunque acostumbrada a los flashes de la moda y al mundo de la alta costura, los sujetos que eligió para convertirse en una de las grandes fotógrafas de aquellos años, hasta llegar a ganar el Premio Nacional de Fotografía venezolano y colocar su obra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), fueron los indígenas que conservaban aún sus costumbres casi intactas, como los de las etnias yekuana, makiritare y yanomami.
Empezó a visitar sus 'chabonos' en 1962, patrocinada por instituciones como la Universidad de Los Ángeles (Estados Unidos) o el Museo de Bellas Artes caraqueño, y diez años más tarde editó uno de los fotolibros pioneros latinoamericanos, 'Los hijos de la Luna' (1974).
«Su obra sorprende por su valor estético, los contrastes, las luces, el acercamiento a los personajes y la manera de captar el movimiento», asegura Diana López, presidenta de la Fundación Archivo Cultura Urbana, que organiza la exposición en Madrid, 'Sistema nervioso. Fotografías Barbara Brändli 1972-1974'. «Toda su formación de bailarina está en su mirada sobre el cuerpo humano y su expresividad. Hay que imaginar la época en que ella empieza a recorrer el Alto Orinoco (parque natural declarado reserva de biosfera), y lo que era viajar por ese Amazonas tan poco explorado, que sigue siendo de difícil acceso. Ella era una aventurera, una enamorada de ese mundo que descubría y que divulgaba con publicaciones en la prensa».
La amazónica no fue la única selva que retrató Brändli. Otra jungla más cercana, pero de cemento y grandes torres, llamó su atención. La propia ciudad de Caracas, donde vivía desde 1959, una ciudad que empezaba a crecer. Brändli, que frecuentaba los circuitos culturales y de alta sociedad, escapaba de su zona de confort para buscar a la población más marginada.
Con ritmo compuso una especie de poema sinfónico, a partir de su ojo sorprendido por lo que resultaba habitual para aquellos que convertía en los personajes de sus retratos, muchos de ellos recién llegados del campo. Con esas fotografías realizó el trabajo que hoy es de culto, un libro editado por una empresa privada local para regalar a sus clientes por Navidad, titulado 'Sistema nervioso'. «Lo caótico, la improvisación, el humor lo grotesco y lo gráfico» de la urbe en expansión, según Brändli, que más tarde deseó que el libro, una especie de secreto a voces, «estuviera en circulación».
«Aunque se podría comparar más con Dorothea Lange que con Vivian Maier, su interés por el fotolibro la diferencia de otros fotógrafos de su momento», opina López. «Su singularidad está en ese gran interés por dejar las series visualizadas en conjunto. No es la foto una única expresión, sino más bien parte de una historia, dentro de un documento de gran relevancia».
En la exposición se exhiben 26 fotografías de esta serie de 106, copias de época impresas por la misma artista, fallecida en 2011. «Nunca han sido exhibidas», dice López, durante la inauguración de la muestra en la galería La Fábrica. «Hemos seleccionado la parte más gráfica de la ciudad, desde un cartel en una casa hasta la publicidad del momento».
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