El pintor Augusto Ferrer-Dalmau, ante una de sus obras. Maya Balanya

«Mi gran desafío es crear escuela»

Augusto Ferrer-Dalmau | Pintor de batallas ·

Se sabe un «bicho raro» de la pintura y repasa la historia del armamento a través de sus lienzos en el libro 'El hierro y la pólvora'

Sábado, 28 de noviembre 2020, 00:11

Crear escuela, como tantos maestros de la pintura, es hoy el gran desafío de Augusto Ferrer-Dalmau (Barcelona, 1964). Pintor de batallas por excelencia, recrea la guerra, pero asegura que no es belicista. Que sus cuadros no hacen apología de la violencia. Coleccionista de ... valiosas armas blancas, repasa con sus obras la historia del armamento en el libro 'El hierro y la pólvora' (Espasa).

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-Es uno de los pocos pintores de batallas. ¿Un bicho raro?

-Bastante raro, por no decir rarísimo. Ahora parece que hay un poquito más de aceptación, pero antes sí que era raro, raro, raro. Quiero crear el taller de pintores de historia, y quizá con eso se normalice como algo natural mi pintura.

-¿Crear una escuela de pintores de batallas?

-Sí. Estoy moviéndolo todo y buscando emplazamiento. Es hoy mi objetivo, mi reto. El gran desafío. Crear ese taller es mi ilusión para lo que me quede de vida. No basta con pintar. En un cuadro de época no puedes equivocarte. Debes documentarte a fondo. Hay un trabajo metodológico y de investigación, y todo esto hay que transmitirlo para que las cosas se hagan bien. Siento una enorme responsabilidad.

-¿Las armas son para usted como joyas?

-Sí. En especial los sables de caballería. Los colecciono y tengo más de una treintena de piezas raras. La curvatura de la hoja, las empuñaduras, el tacto... Su elegancia me sedujo desde niño. Me gustan más las armas blancas que las de fuego. En especial las de época. Del siglo XIX hacia atrás, me chiflan. Empuñar un sable no tiene nada que ver con realizar un disparo lejano.

LAS FRASES:

  • Hermanos de Armas. «Para un duelo con Arturo Pérez-Reverte elegiría el sable. Y seguro que a sablazos le ganaba»

  • Relatos pictóricos. «No soy belicista. Mis cuadros cuentan historias y no hacen apología de la violencia»

-Pinta escenas bélicas pero viene del paisaje. ¿Cómo fue ese tránsito?

-Tras los pasos de Antonio López. Me enamoré de su cuadro de la Gran Vía de Madrid y traté de seguir esa línea. Cuando aprendí a pintar, volví a mi gusto por la pintura histórica. Fue muy poco a poco. En la primera exposición la gente alucinaba. Les extrañaba, pero me demostraban su cariño. Les encantaban los caballos, los uniformes... Tuvo éxito y había gente que quería tener una ventana de la historia en su casa. Gracias a ellos pude seguir.

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-Publica el libro 'Del hierro a la pólvora', pero podría ser 'Del hacha al chip'.

-Es la historia del hacha al helicóptero o al fusil HK G36, sí. Pero me centro en las épocas y las armas que más me interesan a nivel pictórico.

-La guerra es fea por definición. ¿Le encuentra un lado bonito?

-La guerra es cruel, horrible y dura. He estado en varias. Conozco bien sus terribles consecuencias. El sufrimiento y el dolor que generan. En las de antes había cierta estética, uniformes vistosos, caballos... Se combatía a sablazos, sin misiles que destrozan ciudades y matan a civiles. Ahora son crudelísimas.

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-¿Alguien que pinta guerras y batallas es belicista?

-Hay quien me acusa de serlo. Pero no lo soy. Mis cuadros no son una apología ni una exaltación de la violencia. Enseño lo que fue o lo que pudo ser. La mirada es libre, y hay quien ve horror en los cuadros y quien ve belleza. En 'El precio de la victoria' queda claro lo que cuesta. Se ve cómo le amputan un brazo a un herido.

-¿A las guerras les debemos algo?

-Los grandes adelantos de la ciencia y la ingeniería han sido siempre consecuencia de las guerras. Y no es que lo diga yo. Hay avances en la carrera armamentística que se aprovechan en la vida civil. Es la única parte positiva de todo esto.

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-¿Concibe sus cuadros como relatos?

-Todos cuentan cosas. Son pasajes de nuestra historia. Carezco del envidiable don para escribir de Pérez-Reverte y otros escritores. Mis armas literarias son los pinceles y el lienzo.

-Para un duelo con su buen amigo Pérez-Reverte, ¿elegiría pistola, florete o sable?

-Sable, sin duda. Yo tengo mi modelo de 1896 y él, que use el suyo. A sablazo limpio le ganaría.

-El diablo está en los detalles, y usted los cuida en extremo.

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-Soy minucioso. No paro si detecto fallos. Las investigaciones no se detienen y muchas personas, especialistas o aficionados, me hacen ver los errores. Si puedo los corrijo. El público colabora mucho en mis cuadros. He repintado algunos, con el permiso del dueño, a los que faltaba o sobraba un botón en una casaca.

-¿Quiénes son sus maestros?

-Me apasiona Detaille. Y la pintura francesa del final del XIX y la pintura rusa clásica.

-¿Cambiaría un cuadro suyo por uno de Picasso o un Miró?

-Desde luego que sí. Sería una buenísima inversión. Claro que lo cambiaría por un Picasso, por un Miró o un Van Gogh.

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-El Museo Naval ha retirado un cuadro suyo. ¿Dolido?

-Estoy fuera de la jugada. No quiero hablar del tema. No me siento maltratado ni por el museo ni por nadie. Estaba encerrado, de reservista en la Legión y trabajando en un cuadro sobre ellos y aislado en Almería. Ha sido como hacer la mil otra vez y me ha hecho ilusión.

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