Borrar
Furgoneta abriéndose paso entre la nieve en Villadepán (Riello)

Ver 23 fotos

Furgoneta abriéndose paso entre la nieve en Villadepán (Riello) J. Fernández

Así se vivía la nieve en León: «Cuando comenzaba a nevar parecía que no iba a parar nunca»

La nieve, pese a sus dificultades, traía consigo un fuerte espíritu de comunidad y solidaridad

Viernes, 13 de diciembre 2024, 08:12

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

En la montaña de León, la nieve era, es y será, una fuerza de la naturaleza, una deidad de la que depende el trascurso normal en la vida de sus habitantes, pero al mismo tiempo, en el pasado, traía consigo un fuerte espíritu de comunidad. Una forma de afrontar coilectivamente los retos que surgían y una forma de hallar calor humano en medio de un mar de nieve. María Albina Díez Menéndez, vecina de la localidad de Villadepán (municipio de Riello) de 86 años, revive esos inviernos que marcaron su vida con una mezcla de nostalgia y admiración por la dureza de aquellos tiempos. Su relato nos transporta a una época en la que la nieve lo cubría todo: caminos, tejados y hasta recuerdos, dejando su fría huella imborrable en la memoria de aquellos que las vivieron.

«La nieve en la montaña de León se vivía con mucho frío», recuerda Albina. «Los días parecían eternos, porque aunque el pueblo era pequeño, el frío lo hacía todo más difícil. No había calefacción en las casas, solo una cocina y braseros». Ese frío constante y abrumador se combatía con ingenio y perseverancia: leña siempre a mano, bolsas de agua caliente y el calor que, paradójicamente, ofrecían los animales alojados en las cuadras bajo las viviendas. Aquellos animales no solo eran un sustento, sino también una fuente de calor que hacía más llevaderas las noches gélidas. «Cuando comenzaba a nevar parecía que no iba a parar nunca», asegura.

Las nevadas eran colosales. «Podían caer más de un metro de nieve», cuenta. «Cuando el sol calentaba un poco, la nieve se desprendía de los tejados, formando montones enormes. «Pasábamos medio día quitándola para que las vacas pudieran salir a beber».

Vacas bajo la nieve en la montaña leonesa. J. Fernández

Quedar aislados era algo bastante bastante común en Villadepán. «Recuerdo una vez, el 28 de enero, en la fiesta de San Tirso, unos vecinos que habían venido desde el Villar de Santiago quedaron atrapados y no pudieron volver durante 15 días. La nieve los había bloqueado completamente».

La subsistencia era el eje de todo. «Teníamos comida porque se mataban los animales en casa y se guardaban provisiones. Pero si necesitábamos pan fresco, tocaba ir a otros pueblos como Omañón con los caballos, porque el panadero no podía llegar al pueblo».

Espalar la nieve: un trabajo en comunidad

En cuanto la nieve daba una tregua, la comunidad se organizaba para limpiar los caminos. «El alcalde tocaba la campana de la iglesia. Ese era el aviso para ir a espalar para quitar la nieve», narra Albina. Cada casa aportaba un vecino para el trabajo, y el alcalde asignaba zonas. «No se podía quitar todo en un día, pero poco a poco despejábamos los caminos. Era un esfuerzo diario, y todos poníamos de nuestra parte».

Las campanas eran más que un simple sonido: eran un código vital. «Tenían diferentes toques para cada situación. Había un toque para los muertos, otro para incendios y otro para las fiestas. Cuando era para espalar, todos sabían que tenían que acudir».

Invierno en comunidad

Los inviernos, aunque duros, también eran momentos de encuentro. «Por las tardes, los hombres iban a la cantina, y las mujeres, se reunían para el 'calecho' -charlas llenas de risas y confidencias-. Pero después de cenar llegaba el mejor momento del día, el Filandón», cuenta con una sonrisa pícara en la cara. El Filandón, esa tradición tan leonesa, reunía a vecinos en una casa para tejer, jugar a las cartas y compartir historias. «Era mágico, las noches se alargaban hasta más de la medianoche».

La nieve no solo traía frío, sino también momentos de gran solidaridad en el pueblo: «si alguien se enfermaba, los vecinos se organizaban para trasladarlo al pueblo vecino. Usaban un somier como camilla y lo llevaban entre todos, abriendo camino en la nieve».

María Albina, con su memoria cargada de vivencias, concluye emocionada: «Sí, eran tiempos duros, pero también muy bonitos. La nieve nos aislaba, pero también nos unía. Todo lo hacíamos juntos, y en esa unión estaba nuestra fortaleza».

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

leonoticias Así se vivía la nieve en León: «Cuando comenzaba a nevar parecía que no iba a parar nunca»