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Los vecinos de Vegas y Villanueva del Condado esperan con impaciencia la llegada de este sábado, 14 de mayo, para volver de romería tras dos años sin poder hacerlo a causa de la pandemia.
La tradicional romería de Villasfrías en la ermita ubicada entre ambas localidades de la ribera del río Porma vuelve a celebrarse con la misma esencia de siempre pero con más ganas aun.
Como viene siendo habitual cada segundo sábado de mayo los pendones de Vegas y Villanueva del Condado salen de sus respectivas iglesias para encontrase frente a la ermita y rendir culto a la Virgen de Villasfrías.
Una ceremonia en la que no faltarán las tradicionales raciones de alubias en esa sana competición que enfrenta a ambos pueblos por ver quien tienen mejores dotes culinarias.
La nueva normalidad permite este año que una de las romerías más antiguas de la provincia de León vuelva a celebrase.
Amplia repercusión ha tenido la ermita de Villasfrías y es abundante la información existente sobre los antecedentes del edificio y sus posesiones. La curiosidad más notable parece derivarse del hecho de que la parroquia lo fuera de tres pueblos. Además, en la ermita existen dos imágenes de la virgen de Villasfrías, una es propiedad de Villanueva y la otra de Vegas, las cuales nunca abandonan la ermita salvo por causas extraordinarias. Como es habitual existe la leyenda del hallazgo milagroso por un pastor en el lugar donde se construyó la ermita.
Villanueva o Vegas del Condado asumen la organización de la romería en función de que sean años pares o impares. Existe la figura del «Mayordomo», matrimonio de más edad de cada pueblo, que se encargan de la dirección y cuidado de la ermita con motivo de la celebración.
Hay dos procesiones, con origen en la iglesia de cada pueblo, integradas por los vecinos de cada uno de ellos (sin portar imágenes) y sus respectivos pendones, que en el momento de su encuentro, casi a la puerta de la ermita, se saludan con baile específico del momento, «hacer la venia o el beso de los pendones». Acto seguido sale la procesión, cada año una virgen, que da la vuelta a la ermita y concluye con el canto de un «ramo» en la campa de la romería.
A la celebración de la Misa sigue la degustación de las tradicionales alubias pintas con chorizo y otros condimentos que, como cosa singular de esta romería, preparan uno y otro pueblo compitiendo año tras año por ser los mejores en estas artes culinarias. La lucha leonesa, los bailes y la convivencia de los romeros asistentes, completan la manifestación tradicional, de raigambre popular y descritas singularidades.
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