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Un trabajador de la funeraria retira en unas bolsas los restos mortales de Araceli y Martín del cementerio de Abadengo de Torío. Sandra Santos

«Desde hoy, vamos a ser tu pesadilla»

Martín y Araceli ya no descansan en paz en el cementerio de Abadengo de Torío, donde sus cuerpos han sido exhumados «en cumplimiento de una sentencia» que obliga a demoler el camposanto | Insultos y amenazas de los familiares al alcalde, presente en el acto, y ante la negativa a presenciar cómo sus seres queridos veían perturbado su descanso eterno | «Cuando cierren los ojos, ahí estaréis mirándoles, recordándole su maldad y su triste existencia»

Rubén Fariñas

Abadengo de Torío

Miércoles, 3 de febrero 2021, 12:40

Martín y Araceli ya no descansan en paz. Dos fotografías en blanco y negro y una amenaza: «Míranos bien. Desde hoy, vamos a ser tu pesadilla». Ese era la estampa y el mensaje que reposaba a las puertas de un camposanto que vivía una auténtica «profanación», según afirmaban sus propios familiares, y que se blindaba a 'verja y saco' para coartarles, incluso a ellos, de volver a dar un nuevo adiós a sus seres queridos.

El cementerio de Abadengo de Torío veía a las nueve de la mañana de este miércoles cómo se exhumaban los restos cadavéricos de estos dos vecinos enterrados en una construcción ilegal desde hace varios años.

La hija del matrimonio hacía lectura a una carta dedicada a ambos y que iniciaba así: «Queridos padres: nos encontramos reunidos por un absoluto despropósito, una infamia. Unos desalmados, amparándose en una sentencia judicial, y tras retorcerla a conveniencia, van a sacaros de vuestro eterno descanso».

En base a esa sentencia, que reconocía derechos a una mujer que había heredado los terrenos contiguos al cementerio y que reclamó la devolución al estado original de la parcela, el juez, tras una década de litigios, le daba la razón y obligaba a sacar de sus nichos a la pareja.

«Dicen que estáis ilegales. Este sitio es el lugar de descanso que más os pertenece, más que a nadie, porque cuidasteis de él en vida para que no cayera», recordaba Lucía Getino, quien apuntaba a que la reforma, ejecutada por su propio padre, en colaboración con la junta vecinal de Abadengo, solo tuvo como objetivo recuperar un cementerio con más de 150 años y «que se estaba cayendo».

Galería. Cremación de los ataúdes en el cementerio.

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Galería. Cremación de los ataúdes en el cementerio. LEONOTICIAS

Mucha tensión se ha vivido entre momentos entre los familiares y el alcalde de Garrafe de Torío, presente a las afueras del cementerio, y a quien le reclamaban no haber mediado para evitar esta situación. Jesús Álvarez, quien se encontró ya esta situación cuando alcanzó la Alcaldía, afirmaba no tener «ningún interés» en sacar los restos del cementerio y que solo hacía obligado cumplimiento de una sentencia. «Había sentencias y se recurrieron, pero recurrir varias veces en algo que te dicen que es ilegal no tiene sentido».

La familia Getino Bandera no podían comprender la situación y denunciaban a las puertas del cementerio, y a viva voz, que la sentencia exigía la restitución del antiguo malvar y no la exhumación de sus seres queridos. «Nos dicen que hay que derribar el muro y la zona de nichos, pero, al menos que nos dejen enterrar a nuestros padres en el suelo».

Puerta del cementerio esta mañana.

¿Qué ha pasado con el cementerio?

Un litigio iniciado hace más de diez años ha llegado a su punto y final este miércoles en Abadengo de Torío.

Martín Getino, en colaboración con la junta vecinal, procedió a la reforma del cementerio de este pueblo de Garrafe de Torío, donde él, junto con su mujer, serían posteriormente las únicas dos personas enterradas en los nuevos nichos instalados en el camposanto.

Tras recibir la herencia de una finca aledaña, una mujer recurrió la obra y reclamó que la nueva urbanización era ilegal, cuestión que llevó ante un juez, que le acabó dando la razón.

A partir de ese momento, recursos y más recursos hasta la última sentencia en firme, que confirmaba la obligación de demoler la nueva tapia de cemento y la pared de nichos construida en su interior para restituir y devolver la obra a su origen.

A pesar de las protestas de los familiares de Martín y Araceli, quienes pedían al menos que se enterraran en el suelo original del camposanto -donde reposa un osario con los muertos que había acogido ese cementerio hasta la reforma-, o esperar a la construcción de uno nuevo, los plazos se han agotado y este miércoles veían cómo se exhumaba a sus seres queridos.

Los restos del matrimonio han sido trasladados a un osario de Palacio de Torío, donde permanecerán hasta que se ejecute la nueva obra de un cementerio para los vecinos de Abadengo.

A su desesperación sumaron la desautorización a presenciar el acto en el interior del camposanto y ver cómo el humo empezaba a brotar a través de los muros mientras ardían las cajas donde reposaban sus padres.

El concejal de Izquierda Unida en Garrafe, Miguel Flecha, no daba crédito a la situación que se estaba produciendo y que no dejaran participar a la familia de forma directa. Él también exponía su punto de vista y no comprendía cómo por una reforma de un tapial, con los permisos de la junta vecinal, se podía llegar a este momento. «Por algún resquicio, la vecina, que le molestaba mucho, hizo la casa cien años después que el cementerio. Ahora, la molesta; y buscando un resquicio encontró que el juez le diera la razón para hacer esta tropelía».

Desde el Ayuntamiento se insistía en el incumplimiento de las leyes en la ejecución de la obra para justificar esta situación. Los fallecidos se encontraban enterrados en la parte nueva, de los nichos, «y la sentencia dice que hay que sacarlos de ahí para poder demoler toda esa forma», subrayaba el alcalde. Opinión que no compartían otros vecinos del pueblo que quisieron arropar a la familia en un momento tan duro.

Duras críticas y amenazas de la familia

En presencia de la Guardia Civil, y entre insultos y amenazas, los familiares recordaban la vergüenza de la situación y lamentaban el trato que se les estaba dando a unos difuntos. «Que no se olviden los promotores de esta ignominia ni estos políticos tan sumisos, que no volverán a descansar en paz en el resto de sus penosas vidas. Cuando cierren los ojos, ahí estaréis mirándoles, recordándoles su maldad, su triste existencia, su venganza».

Las protestas han ido a más a medida que avanzaba la exhumación, llegando a golpear la puerta del cementerio y tildando de «asesino» al pedáneo de la junta vecinal. «Ojalá reciban el mismo trato, que no puedan descansar en paz tampoco después de muertos».

En dos bolsas, la funeraria sacó del lugar los restos de Martín y Araceli, quedando quebrado así su descanso eterno. Ahora, de forma temporal, serán llevados a un osario del pueblo de Palacio de Torío, hasta que el Ayuntamiento cumpla con su promesa de levantar un nuevo cementerio donde estos dos vecinos de Abadengo puedan, por fin, descansar en paz.

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