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Hacer la compra, traer medicamentos de la farmacia, desinfectar las calles, recordar las medidas de prevención, acompañamiento en los momentos de mayor soledad y hasta funciones de psicólogo. Pedro Rodríguez atiende a los casi 80 habitantes que hay en el municipio de Valdelugueros. «Aquí hay muchas personas mayores, con movilidad reducida o que no tienen coche. Yo me encargo de ir puerta con puerta, con guantes, mascarillas y todo lo que haga falta para ver que no les falte de nada».
A sus 59 años, es el alguacil del pueblo, aunque también se encarga de las labores de mantenimiento, sin embargo, desde el estallido de la crisis sanitaria por el coronavirus, se ha dedicado en cuerpo y alma a cuidar de sus vecinos trabajando mano a mano con el alcalde, Emilio Orejas. «Fue una iniciativa del alcalde. Siempre que dependa de nosotros, a los vecinos no les faltará de anda», explica.
Más allá de comprar medicamentos y alimentos, para Pedro, lo más importante, es «dar ánimos» a sus vecinos. Según explica a Leonoticias, muchos de los mayores de la zona «están muy hundidos y muy nerviosos». La constante programación televisiva alrededor de la COVID-19, así como la elevada media edad de los habitantes se han convertido en una combinación explosiva, «la gente sabe que si el virus entra en el pueblo, será difícil aguantarlo».
Por ello, tanto él como Emilio Orejas guardan un estricto control de las personas que hay en los doce pueblos, además de contar con las medidas de seguridad básicas. «Tanto Emilio como yo intentamos animarles y tranquilizarles. Vamos con mascarillas, guantes y todo lo que hace falta. Nos desinfectamos las manos constantemente y cuando, por ejemplo, les doy monedas, las desinfecto una a una delante de ellos para que no tengan miedo», explica. «También hacemos control. Conocemos perfectamente quien vive en cada pueblo y controlamos que no venga gente de fuera. Aquí de momento no ha llegado el virus, pero lo tenemos cerca, en Boñar, y eso nos preocupa».
«Yo me dedico ahora a esto de forma exclusiva. Todos tienen nuestro teléfono y saben que estamos disponibles no ya las 24 horas como digo yo, las 48». Una disposición que los vecinos agradecen de diversas formas: «En Tolibia de Arriba nos pusieron una nota de agradecimiento y nos aplauden, pero yo no merezco esos aplausos por hacer mi trabajo».
Para Emilio Orejas, alcalde del municipio, la opción de ayudar a los vecinos puerta a puerta es un ventaja de ser un pueblo pequeño. «Nos decidimos dar este servicio casa a casa porque era viable, igual que los pueblos pequeños tenemos problemas para muchas otras cosas, también tenemos esta ventaja», indica el alcalde.
Orejas resalta los valores de Pedro, a quien no puede más que describir por la solidaridad que desprende. «Hay que destacar su labor, es vocacional absolutamente. Es una persona tremendamente humana. Siempre se presta a este tipo de cosas, incluso más allá del alcance que tienen sus obligaciones. Lo hace desde un ámbito personal». De hecho, algunos vecinos los han calificado como los ángeles de Valdelugueros, aunque ambos restan importancia a su trabajo:
«Nosotros no somos ángeles, solo pretendemos echar una mano como hace todo el mundo y salir de esta crisis lo mejor posible», explica .«En este tipo de situaciones la unidad y la solidaridad debe aflorar, dejar de lado los problemas cotidianos y centrar todos los esfuerzos en el problema común».
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