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En la Cordillera Cantábrica, entre Villamanín y los concejos asturianos de Aller y Lena, se abre paso La Carisa, un yacimiento de origen romano considerado como un tesoro arqueológico.
Así lo atestiguan las excavaciones y numerosos trabajos de campo que se llevan desarrollando desde el año 2001 cuando se descubrieron vestigios de una fortificación en la zona alta de Pendilla que refleja su origen militar.
Allí se databa el enfrentamiento de Roma y Astures, localizándose monedas, puntas de jabalina y pilum y dardos del tipo del de las balistas, considerándose una vía estratégica desde el punto de vista militar.
Unos trabajos que ahora se retoman en la vertiente leonesa donde el grupo de arqueólogos trabaja en el desbroce de la zona que permita arrojar nuevos datos sobre la ruta romana seguida por las legiones que cruzaron León en su entrada a Asturias.
Inicialmente, se creía que el asentamiento era astur y los vestigios se creían astures. Fue a principios de los años 60 cuando los investigadores se percataron de que era romano.
Posteriormente, se pudo concluir que el campamento de La Carisa es el más complejo de los conocidos hasta el momento con una doble fortificación de doble foso y muro.
Algunas de las últimas localizaciones han permitido encontrar tachuelas y picas para sujetar las tiendas de campaña, localizándose un buen número de piezas bélicas y monedas, entre ellas monedas del año 23 antes de Cristo.
La vía Carisa es la línea de operaciones de Publio Cariso contra los astures a través de las montañas, a través de una pendiente media del 5%. Hay tres caminos similares, pero La Carisa es el más fortificado.
Precisamente, esa fortificación, que data del siglo VII y tendría una longitud de 200 metros, se levantó para defender, según las hipótesis, el territorio astur de la invasión arable encabezada por el general Muza.
Un pasado que casi se puede imaginar con estas imágenes de dron que permiten observar a vista de pájaro el tesoro que se oculta al norte de la provincia de León, silenciado durante siglos y que poco a poco vuelve a la vida gracias a una ardua y minuciosa labor de investigación.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
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