«Fue terrible, traumático; teníamos la sensación de que ardía el pueblo»
La Cabrera, tres años después ·
leonoticias regresa Trabazos, una de las localidades más afectadas por el incendio de La Cabrera de 2017, y donde sus vecinos tuvieron que ser evacuados ante la cercanía de las llamas | «Yo tengo la sensación de que, si el fuego vuelve, nos vuelve a psar lo mismo otra vez», denuncian los vecinos ante la falta de ayudas | «La sensación de volver al valle y oler a carne quemada no os la podéis imaginar»
Es una herida abierta todavía en la tierra y en el corazón de los vecinos. El recuerda asoma en cada rincón, ya sea al mirar un paisaje que trata de recuperarse, aún sin lograr, o en cualquier bar o vivienda que todavía resisten a la ... despoblación y la desolación de aquellos hace ya tres años.
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Casi 1.200 días han pasado desde que el fuego arrasó parte del paraíso que esconde la provincia de León en La Cabrera. Más de 10.000 hectáreas fueron devoradas por las llamas ante la frustración de los poco más de 1.000 habitantes de esta zona que la naturaleza esculpió sobre las montañas.
Acudir a La Cabrera es acudir al recuerdo de uno de los peores incendios que ha sufrido León y cuya cicatriz aún duele en cada uno de sus pueblos.
Trabazos fue uno de los núcleos urbanos donde sus ahora poco más de 30 vecinos sufrieron en sus propias carnes la dureza del fuego. «Ese incendio se vivió de un modo terrible, traumático, con la sensación de que ardía el pueblo».
Luci recuerda cómo tuvieron que evacuar el pueblo ante la proximidad de las llamas. «Nos llevaron a La Baña. Allí Cruz Roja nos cuidaba, la gente de La Baña nos ofrecían sus casas y de todo. Pero la falta de información por parte de todo el mundo fue terrible».
El desvió hacia su casa, a la entrada de Encinedo, estaba cortado por un par de patrullas de la Guardia Civil y no dejaban pasar a nadie. «Yo decía: muy bien, pues que suba el alcalde o quien sea y nos informe, porque desde Encinedo veíamos cómo el fuego estaba llegando a las casas», recuerda. «Era una impotencia... decir: me quedo sin casa, me arden los recuerdos. Y, pensaba: ¿qué puedo hacer? Nada. Fue muy desolador, nunca había tenido una sensación de ese tipo», explica tratando de hacer memoria de un recuerdo imborrable.
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Esta vecina reconoce que tuvo incluso que mentir para cerciorarse de que su casa no era pasto de las llamas. Dijo a los guardias que necesitaba una pastilla para su madre y la permitieron subir con ellos. En ese momento pudo respirar tranquila al ver que el incendio avanzaba por el valle, pero sin apenas tocar Trabazos.
Y después del incendio... la desolación. No abandona la mente de Luci esa sensación de ir al valle y «oler todo el tiempo a carne quemada, a animales quemados. Jabalíes, ciervos, pájaros... no podéis imaginar lo que se quemó. Una sensación de carne charruscada y asada, y eso se perdió. Hay pájaros que yo conocía de aquí de toda la vida y ya no les he vuelto a ver», afirma aún emocionada con el recuerdo.
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Numerosos vecinos y asociaciones se han sumado a las quejas por la falta de las ayudas prometidas por parte de las instituciones. Es mismo 2017, se intentaron hacer cortafuegos «y ahí se quedaron a medias». «La semana siguiente había máquinas y se pararon y no se hicieron. Esos dineros que dicen que dieron aquí no se ha visto nada». Ese año, aseguran, también fueron a desbrozar y quitar zarzas, pero eso fue todo. «No se ha visto nada. Yo tengo la sensación de que si vuelve a haber otra vez un incendio, vuelve a pasar lo mismo».
Sin embargo, la naturaleza ha sido la encargada de poner luz a la oscuridad que se vivió -y aún se vive- en aquellos días en La Cabrera. Los primeros brotes han asomado y las lluvias del 2019 han permitido que el monte empiece a recuperar su esencia. «El año pasado estaba todo negro y con la lluvia de otoño, de repente, veías en la fraga cómo bajaba aguar por todos sitios. Había árboles centenarios, que eso no volverá y queda un paisaje fantasmagórico, pero ves que debajo de ese árbol está creciendo naturaleza. Que crezca en la tierra, sí, pero es que crece donde hay piedras».
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Y es que en el propio terreno ponen la esperanza los cabreireses. Sus férreas creencias forjadas en los fríos y largos inviernos les invita a pensar que, donde no llega la política lleguen esos brotes, ese color verde y que tras el fuego resurja un paisaje único en la provincia.
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