Si la montaña oriental leonesa, aún camina hacia el futuro, desde luego no se lo debe a los que la gobiernan, ellos nos desnortan y aplican resoluciones a mayor gloria de partidos políticos a los que deben obediencia y sumisión. Los próceres que padecemos, llevan ... presuntamente casi cuarenta años en la autonomía y en especial en concejos menores y ayuntamientos de nuestra comarca, poniendo su lealtad y los intereses de la población, a merced del partido al que pertenecen, entregados de jure a sus jerarquías, serviles al poder; ellos sabrán por qué se comportan tan ladinamente con su propia gente.
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La decadencia sobrevenida a Cistierna en los últimos 20 años, es un caso paradigmático de todo lo dicho anteriormente. Los que aquí resisten, solo podrán progresar, habitar y reproducirse en la tierra de sus antepasados si asumen más responsabilidad y vigilan las decisiones políticas que otros toman sobre sus vidas y haciendas. Opinamos que poco a poco, debe emerger en la montaña oriental, quizás, tímidamente ocurre ya, una sociedad civil sensibilizada con las responsabilidades que nos conciernen, una sociedad que tome las riendas de su destino, embride y vigile a sus políticos, se implique más en mejorar el presente, fundamento de nuestro futuro. La majestad de la ley tiene que ser respetada siempre, pero qué hacemos con tantas normas, directrices, burocracia y letra pequeña que ata las manos de todos aquellos que intentan emprender en la montaña. Ante tanta insidia y argayos de normas oficiales que actúan en menoscabo de la buena gobernanza y desarrollo de la montaña oriental leonesa, creemos nosotros, que la desconfianza es una virtud, sobre todo, al momento de supervisar a los que administran nuestros impuestos, a los que legítimamente pretenden medrar en política, pero, taimadamente favorecen sus intereses no los del común.
Ciertas autoridades montañesas, deben ser puestas en cuarentena, llevan años demostrando un desprecio mal disimulado a la inteligencia del pueblo que pastorean, nos preparan una pitanza difícil de digerir, aliñada en Valladolid, pongamos por ejemplo aquellas Directrices de Ordenación del Territorio; ¿qué fue de ellas? Entre los problemas que nos afectan y preocupan, abran ustedes un amplio paréntesis e introduzcan cuestiones como: sanidad; educación; malas comunicaciones; gestión del agua, por cierto, ¿funcionan todas las depuradoras de la montaña?; gestión de montes; internet; ausencia de expectativas económicas de desarrollo; presión recaudatoria; gestión cinegética; lobadas en cada valle; y el principal problema que nos afecta, la gestión de la despoblación que nos agota, propiciado por todo lo referido anteriormente. Problema este, al que no vemos solución, a pesar de tanto bla, bla, bla, en mesas redondas y concejos celebrados en León capital, en los cuales, supuestos expertos, llevan años debatiendo y pontificando sobre despoblación, sin solucionar nada. Retomando el principio de nuestro discurso, si la montaña aún no ha bajado la persiana es porque nuestro pasado concejil, germen de la auténtica democracia, aún sobrevive. Las juntas vecinales por sí mismas tienen capacidad y poder para administrar el territorio del cual son propietarias desde hace más de 1000 años.
No nos referimos al poder real que tienen actualmente, manipuladas como están por los partidos que gobiernan en los ayuntamientos, hablamos del poder y posibilidades que tendrían, si reconquistasen algo de independencia, e interiorizasen lo que realmente es el concejo leonés. Habría que dar un vuelco a todas las arcas concejiles y sacar todas las pragmáticas, fueros y privilegios, otorgados desde el tiempo de los Trastámara y más allá, exigir todos los derechos conculcados para favorecer a los que realmente hoy controlan montes, fuentes, ríos y riberas. Alguno se llevaría una sorpresa al conocer la validez actual de muchos de esos antiguos legajos. El futuro solo es posible si salimos de la reserva india en que han convertido nuestra comarca, esperando subvenciones cortas o que no llegan, posesionarnos poco a poco de nuestra tierra, tan bien dotada en cuanto a patrimonio natural e histórico, pero, presentado y vendido de forma deleznable. Y es ahí, en el campo de la única industria autóctona que tenemos: turismo y cultura, donde emergen nuestra auténtica fortaleza.
Un turismo de calidad, demanda contenidos y actividades que nacen del conocimiento de nuestro inmediato y lejano pasado. Desde Peñacorada hasta los puertos con Asturias y Cantabria, tenemos un sinfín de posibilidades turísticas y agroganaderas, uniendo a la perfección patrimonio natural, arqueológico etc. Habitamos uno de los espacios más ricos en biodiversidad del mundo. Sin olvidar que es un territorio humanizado desde hace milenios, protegido hasta hoy por centenarias y sabias ordenanzas concejiles, herencia recibida de nuestros antepasados, eslabones de la cadena que nos une a los que comenzaron la primera reconquista y defendieron este reservorio, origen de la nación española y todas aquellas que de ella vinieron después. Estamos orgullosos de nuestra tierra, atesora una historia densa, historia local pero a la vez universal. La cultura, es tan importante para nosotros como lo puede ser el agua y los servicios públicos, comienza tímidamente a ser tenida en cuenta. No en vano, a pesar de dificultades sin cuento, intenta afianzarse en la montaña la sede del Instituto Bíblico y Oriental, en Cistierna (museo, aulas de lenguas y biblioteca); La Ercina (museo arqueología castreña); Sabero (museo y escuela de artes plásticas); Crémenes (cátedra de los orígenes de la nación española).
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Una potente oferta cultural que nos llena de autoestima y se añade a otras actividades: deportivas, culturales, asociativas que poco a poco conformarán una oferta cultural y turística única en España. Que el amor a nuestros antepasados y a nuestra antigua y hermosa tierra leonesa dirija todos nuestros esfuerzos y anhelos.
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