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Es una ignominia que, desde 2011, a los usuarios de toda la ribera del Torío y la Montaña nos dejen a las afueras de León en el apeadero de la Asunción, y para regresar a nuestros pueblos tengamos que esperar un autobús en Suero de Quiñones, una parada abierta a todos los vientos, fríos, calores, lluvias y soles.
Es una ignominia el dineral gastado, 23 millones según algunos, en una integración con cierre provisional del trayecto de la Asunción al centro, cierre ahora eterno.
Es una ignominia que un político leonés quiera convertir las obras de integración en un corredor verde.
Es una ignominia no saber a quiénes han beneficiado los millones gastados en la integración.
Son una ignominia todas las promesas incumplidas de los políticos locales y nacionales. Nos ofende su cansina salmodia sobre la España vaciada y despoblación de las comarcas. Que su lengua sea puesta en los raíles y cortada por el primer tren que salga hacia Matallana.
Es una ignominia la cantidad de transbordos que hemos sufrido durante todos estos años, esperando un taxi o autobús. Todo ello, debido a las recurrentes averías de los trenes y falta de conductores.
Es una ignominia los parones del tren en medio de la nada, sin que nadie te informe de lo que ocurre.
Es una ignominia que hagan pasar por nuevos, los mismos trenes pintados de otro color.
Es una ignominia la ausencia de revisores, solo aparecen en el trayecto de la ribera del Torio. Son muy amables, al menos, nos hacen sentir una sensación de normalidad perdida hace mucho tiempo.
Es una ignominia la tributación confiscatoria a la que nos somete el gobierno a las personas que vivimos en los pueblos, cuando sufrimos en nuestras carnes las deficiencias de este transporte público, muy necesario para las personas mayores que necesitan acceder a los cada vez peores servicios sanitarios de la capital.
Es una ignominia que la empresa diga que ha modernizado el servicio.
Es una ignominia el frío que nos hacen padecer en invierno y el horno en que se convierten los vagones, cerrados herméticamente en verano. Feve, nos maltrata inmisericordemente y pretende que nos sintamos como el mártir y desgraciado pueblo hebreo camino del campo de exterminio.
Son una ignominia los apagones de luz en los vagones.
Es una ignominia no saber si llegarás a tiempo a la cita con el médico o al trabajo.
Es una ignominia el gratis casi total de los billetes. Preferimos pagar y que nos den un buen servicio.
Es una ignominia la humedad, que a veces, rezuma de la parte superior del vagón, llenando de charcos el suelo y mojando los asientos situados junto a las ventanas.
Es una ignominia la megafonía que dice: «siguiente parada Boñar» y acabas de salir de Matallana».
Es una ignominia la desaparición de parte, o todo el personal, que antes informaba y trabajaba en las estaciones de Guardo; Cistierna; Boñar; la Vecilla; Matallana y León.
Son una ignominia las deficitarias máquinas expendedoras de billetes y las barreras averiadas en las salas de espera, los jóvenes las saltan, las personas mayores se aguantan.
Es una ignominia que supriman trenes, sin informar de nada y luego decir que no hay incidencias.
En fin…, la ignominia es un dolor decirlo, es Feve, que ominosamente afrenta, maltrata y desprecia a diario a todos los usuarios de la montaña de León. Si nuestros políticos se viesen obligados a viajar en este tren, al menos 2 días a la semana, el problema ya estaría resuelto. Vaya nuestro agradecimiento a las personas, sobre todo a las señoras de Matallana, que han organizado un grupo de whatsap para informar a diario de las incidencias, estropicios y desgracias que nos esperan al utilizar este ¿servicio?
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