Se ha podido dar palmas, sí. Se ha podido bailar sevillanas, sí. Se ha podido tocar la guitarra, sí. Incluso se ha podido vestir el traje de faralaes y la peineta, sí. Pero solo en la intimidad de la casa o en círculos reducidos. Dos ... años después, tras un tiempo de luto y resguardo por culpa del coronavirus y sus restricciones, la tierra de Sahagún ha vuelto a disfrutar de la que se espera que se convierta en una tradición más: la II Edición de la Fiesta Rociera, el broche perfecto para cerrar un mes tan festivo como es el de agosto.
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Las calles del municipio mutan por un día y los habitantes se desprenden del traje regional para ataviarse con los tradicionales ropajes que se pueden ver en los festejos del sur de España: traje de flamenca (más conocido como de gitana) para las mujeres y pantalones de caballista y sombrero de ala ancha para los hombres. Toda la parafernalia andaluza se entremezcla en una jornada de convivencia en la que la música, la gastronomía y el buen ambiente impregnan el espíritu de los presentes.
La Fiesta Rociera no se hace esperar, y desde las 11 de la mañana de este sábado, donde se lleva a cabo una cálida acogida a todos los participantes. Decenas de personas se agolpaban en las rúas de la localidad leonesa entre saludos, bromas y cantos.
Con la llegada del mediodía tuvo lugar el paseo de romeros hasta la iglesia de San Lorenzo, donde el principal atractivo de la misa fueron las actuaciones del Coro de la Hermandad del Rocío de Gijón.
Tras los oficios religiosos, llegó otro paseíllo hasta lo que se conoce en Sahagún como El Plantío. Ya allí llegó el primer refrigerio en forma de vermú, el cual estuvo amenizado por la formación Sarabel. A las 15:00, y con el sol picando en todo lo alto, llegó la comida de la hermandad, la cual estuvo acompañada en todo momento por las actuaciones de la tarde: Las manos del flamenco, Sámbala, DJ Jose, Ayuso, Agüita Salá y, de nuevo, el Coro de la Hermandad del Rocío en Gijón.
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Música, jolgorio y, sobre todo, comida, mucha comida. Y es que a las 22:00, con el sol perezoso de agosto ocultándose, se procedió a celebrar la parrillada, celebrada en una carpa con tablao flamenco.
Las casetas fueron otro de los atractivos de la jornada, las cuales no cesaron de trabajar ni un momento por la gran afluencia de gente que participó en esta II Edición de la Fiesta Rociera. Un evento muy esperado por muchas personas del pueblo, que han estado dos años sin poder salir por su pueblo a disfrutar de un evento que, si bien es cierto cuenta con un breve recorrido, ya se ha instaurado como un imprescindible en el ocio del municipio leonés.
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