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No hablan nada de español y, por el momento, el traductor de Google es el mejor instrumento para comunicarse con su nuevo entorno. A última hora de este jueves tres familias con sus diez miembros procedentes de Kiev 'aterrizaron' en las localidades leonesas de Quintana de Rueda y Gradefes para escapar de las bombas y huir de la muerte.
De momento y hasta que el conflicto bélico finalice ésta sera su nueva cosa y lo que sí tienen seguro es que «toda la comarca se va a volcar con ellos».
Así lo asegura Carmen Ferreras, presidenta de la Asociación Leonesa Bielorrusa de Afectados de Chernóbil (Albac), y que hasta ahora se dedicaba a traer menores afectados por el accidente nuclear.
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«Hoy las condiciones son otras y las necesidades son otras, así que hemos decidido ayudar a estas familias», asegura. Carmen tiene un conocimiento directo de la zona. Sus viajes al área de Bielorrusia han sido permanentes y su contacto con los niños que han sido acogidos por su asociación permanente.
«Son mis niños, cómo no vamos a estar pendientes de ellos. Hablamos todas las semanas, pero ahora nos tenemos que enfrentar a una situación que era impensable solo hace unos meses», remarca.
Y tanto han cambiado las cosas que ahora Albac se ha volcado en auxiliar a familias ucranianas. «No pueden venir nuestros niños de bielorrusia y hemos optado por aportar nuestro granito de arena», insiste.
Y ese 'granito de arena' se ha materializado en dar cobijo a tres familias de Ucrania. «Son familias que estaban en Kiev. Llegaron anoche procedentes de Asturias tras pasar allí unos días porque en el autobús en el que se desplazaban apareció un brote de covid. Ahora han comenzado a amoldarse a una situación nueva y como nos dicen, sin saber qué será de sus vidas y con sus maridos y hermanos luchando en el frente. Es tremendo».
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Las tres familias están formadas por una mujer y sus cuatro hijos y dos mujeres más, una con dos menores y otra con un hijo. «La gente de la comarca se ha volcado. Los ayuntamientos de Valdepolo, al que pertenece Quintana de Rueda, y Gradefes han sido los primeros en volcarse con todo lo que necesiten. Les vamos a ayudar para que dentro de su desdicha se sientan lo mejor posible», remarca.
Para Carmen Ferreras el objetivo es claro, ella quiere que estos diez ucranianos vean «en esta comarca su segunda casa. Queremos que los niños se escolaricen lo antes posible, que sientan todo nuestro calor y que algún día puedan volver a un país en paz y sin muerte».
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