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El peor de los finales se confirmaba este jueves para Carlos Ugidos. En los Picos de Europa de los que tanto había disfrutado halló la muerte el montañero llanisco de 49 años el mismo sábado de su desaparición, tras resbalar en un nevero y precipitarse ... unos doscientos metros por la ladera norte del pico Mancondiú. A falta de la autopsia, las primeras hipótesis de la Guardia Civil apuntan a que el fallecimiento se produjo en el acto.
«Aparentemente estaba intentando cruzar por la pista que continúa del Casetón de Andara. Aquel día había un nevero con una fuerte inclinación, presumiblemente lo que ocurrió fue que se produjo la caída. Al quedar en una zona que luego se tapizó de nieve no fue posible encontrarlo hasta hoy -por ayer-», explicó el teniente Pablo Villabrille, jefe de la Sección de Montaña de la Guardia Civil de Cangas de Onís.
Esa zona del macizo oriental de los Picos, ya en la vertiente cántabra del Parque Nacional, era una de las «acotadas» para la búsqueda y a ese entorno se dirigían las sospechas desde un principio porque «era la zona que ofrecía cobertura». El teléfono de Ugidos había dado de hecho señal tanto el sábado como horas después de su desaparición.
Pese a que el rastreo había llegado ya en jornadas previas a ese área, la nevada caída a comienzos de semana «impedía el verlo», explicó el teniente Villabrille. Con la subida de temperaturas y el consiguiente deshielo, ayer al fin efectivos del Greim de Potes hallaron su cuerpo sin vida a las 12.15 horas, poniendo fin a cinco jornadas de angustiosa búsqueda.
Desde la Guardia Civil indicaron que al ser localizado en el término municipal de Cillorigo de Liébana, perteneciente al partido judicial de San Vicente de la Barquera, «se procedió cumpliendo con lo ordenado por el forense a su traslado a Potes en helicóptero y de ahí al Instituto de Medicina Legal de Santander».
Carlos Ugidos había salido el sábado a entrenar por la montaña y, tras estacionar su vehículo en el Jitu Escarandi, entre Sotres y Tresviso, fue visto corriendo por la zona del Casetón de Andara. El mismo sábado, al no regresar a su domicilio de Llanes, su familia dio la voz de alarma. Fue el domingo cuando comenzó un rastreo que a lo largo de las sucesivas jornadas fue sumando agentes y voluntarios.
A primera hora de la pasada mañana, en el Jitu Escarandi del que a diario partía esa búsqueda, se respiraba una misma sensación entre profesionales y voluntarios: el de ayer era el día crucial para localizarle dadas las buenas condiciones meteorológicas. Partiendo de ese punto, del que el propio Ugidos había salido, los grupos de agentes del Greim, personal del Parque Nacional y voluntarios llegados desde toda Asturias se desplegaron en dirección sur a las zonas más altas, así como hacia las áreas más al este de la sierra de la Corta y el monte de La Llama.
A ellos se unieron a lo largo de la mañana el dron de la Guardia Civil, la Unidad Canina del Servicio de Emergencias del Principado (SEPA) y su Grupo de Rescate. También por aire, en continuos relevos, buscaron las aeronaves del SEPA y de la Unidad de Helicópteros (UHEL) de la Guardia Civil de Asturias. No obstante, dada la posición del cadáver, «por aire hubiera sido prácticamente imposible» observarlo, ya que «estaba en una zona muy angosta, muy estrecha», detalló el teniente Villabrille.
Con la confirmación de los peores presagios, finalizaba también la «pesadilla». «Se vive con mucha angustia, el tiempo pasa y es un hándicap», explicó José Luis Álvarez, llegado de Avilés, horas antes de conocer el desenlace. Antes de emprender la marcha para revisar cada palmo de terreno, voluntarios como el avilesino confesaban que «cualquiera pueda pasar por lo mismo», de ahí la oleada de solidaridad. A diario fueron en torno a una treintena los voluntarios, todos ellos experimentados montañeros y llegados tanto desde el oriente como de Mieres, Oviedo, Gijón, Riosa o Villaviciosa.
«Hay que mantener la motivación por él y por la familia», destacó la canguesa Marta González a primera hora. En la importancia de «colaborar cada uno en lo que pueda» insistió Víctor Manuel Pellico, vecino Sotres, localidad cabraliega volcada tanto en la búsqueda como en arropar a la familia. «Esto nunca se conoce del todo, las condiciones cambian de un día para otro», contó sobre los Picos.
En el mismo Mancondiú falleció hace justo tres años el esquiador cabraliego Félix Moradiellos, de 35 años. Sucedió el 24 de febrero de 2019 y en su caso se precipitó por una de las laderas del pico, al que estaba subiendo a pie tras dejar los esquís. El joven, taxista de profesión y vecino de Arenas de Cabrales, era también un buen conocedor de la zona.
La de Carlos Ugidos es la primera vida que se cobran los Picos de Europa en lo que va de año. El último accidente mortal se había registrado el pasado 21 de diciembre en las inmediaciones del Urriellu. La víctima fue Alfonso Pérez Martínez, de 52 años y vecino de Suances, en Cantabria, quien fue localizado en Collao Vallejo tras sufrir una caída en una zona de neveros. Era también un amante de la montaña que frecuentaba la zona de Sotres.
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