Cesáreo atiende a un joven cliente en Hospital de Órbigo.

Cesáreo García, el peluquero de Hospital de órbigo: 'Passo Honroso' a un merecido descanso

Cesáreo García Fernández pone fin a su larga vida laboral, a sus 85 años, y tras estar seis décadas siendo el peluquero de todos los caballeros de Hospital de Órbigo | «Este año para Hospital de Órbigo será inolvidable. Don Suero no ha cabalgado entre nosotros y Cesáreo se ha jubilado», explica uno de sus clientes

leonoticias

Hospital de Órbigo

Jueves, 23 de julio 2020, 11:18

Tantas o más lanzas que las que partió Don Suero en el Passo Honroso logró batir con su arma: la tijera. Cientos, miles de caballeros pasaron por sus manos y no necesitó armadura ni palenque, le fue suficiente con la destreza y el peine.

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Cesáreo García Fernández ha tomado la decisión de su vida: tomarse un merecido retiro y cerrar la trapa de una peluquería por donde los hombres de Hospital de Órbigo han pasado en incontables ocasiones.

La decisión llegó esta semana y tras más de 60 años cotizados. En sus manos seguía existiendo el equilibrio perfecto y solo las arrugas de este octogenario hacían ver que el tiempo pasaba por ellas, por las de un peluquero que con su vida bien podría protagonizar una historia caballeresca.

¿Por qué se jubila? Le preguntaron en la oficina de la Seguridad Social. «Llevo cotizados más de 60 años y en agosto cumplo 85». Aunque no solo ese era el motivo, ya que aún le quedaba tijera para rato.

Cesáreo en una imagen del álbum familiar.

El que los propios clientes califican como «peluquero en mayúsculas» de Hospital culpa de su decisión al virus, que todavía sigue circulando, y al encontrarse en una franja de edad de riesgo, ya que por él hubiera seguido trabajando.

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Esas seis décadas, miles de vecinos han pasado por su local, junto a la iglesia de la localidad, y donde el cartel colgado de 'cerrado por la covid-19' ha pasado a ser de 'cerrado por jubilación'.

Sus clientes ya le están reconociendo su buen hacer a lo largo de tantos años. Muchos se han acercado a la puerta del local y, tras leer los carteles, el razonamiento ha sido unísono: «¿Y ahora? ¿Dónde me corto yo el pelo?».

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«Este año para Hospital de Órbigo será inolvidable. Don Suero no ha cabalgado entre nosotros y Cesáreo se ha jubilado», explica alguno de los que recordará a su peluquero como el auténtico caballero que cambió la lanza por tijeras y amor de una mujer por el arte de la peluquería.

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