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RUBÉN FARIÑAS
Camposagrado
Domingo, 2 de septiembre 2018
Siempre en alerta, siempre vigilantes. Todo con un único objetivo: garantizar la seguridad de la población y mantener vivo el bello paisaje de la provincia de León.
Tres brigadas, con siete especialistas en cada una de ellas, y tres ingenieros forestales se mantienen a la espera en Camposagrado. Son la Elif Lima-3 -despendiente de la Consejería de Medio Ambiente-, quienes, desde el cielo, trabajan contra cualquier amenaza de incendio.
La jornada comienza a las 10 de la mañana. Patricia Olivera, técnico de la base, abre las puertas y el primer retén inicia su actividad. Rellena el papeleo, anota el combustible usado por el helicóptero y espera los avisos del Centro Provincial de Mando de León.
Mientras, y en caso de que no haya avisos, la brigada del turno de mañana realiza formación teórica y práctica, ya que nunca se puede bajar la guardia.
El técnico de la patrulla helitransportada de Camposagrado es David Martín, cuyas labores son de dirección de un turno de cuadrilla y la toma de decisiones en conjunto con el agente medioambiental a la hora de trabajar en los incendios de las emergencias que se produzcan.
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Las prácticas que pueden realizar en el terreno son la creación de líneas de defensa -conocidos como cortafuegos-, ejercicios de ataque directo y ataque con autobombas, remates y hacen un vuelo cada diez días porque «cuanto más entrenados, mejor saldrá en caso de emergencias».
El responsable de prevención, extinción de incendios y plagas de enfermedades forestales que afecten a la vegetación es Pedro Bécares, jefe de la Sección de Defensa del Medio Natural en León. Su guardia se lleva a cabo desde el CPM de la capital y comienza a las 9 de la mañana, convirtiéndose en el responsable de todos los medios que estén activos ese día en la provincia.
El día puede estar tranquilo, aunque ellos no descansan. Y cuando suena la emisora comienza la acción. «Aviso a la base de Camposagrado», se oye en el despacho de Patricia. El toque de sirena es la llamada a la emergencia. Hay que tomar posiciones.
La brigada coge los equipos terrestres y aéreos y los localizadores que les permiten estar señalizados y verificados en la central. Recogen el aviso y les indican la zona del incendio, se ponen en contacto con el área, registran los medios existentes en la zona y toman comunicación con el jefe de extinción. Por último, se mira la meteorología del lugar en el que van a actuar y se posicionan para embarcar.
El protocolo de aviación civil marca un tiempo máximo de diez minutos para preparar a la cuadrilla, colocarse en formación y que el piloto y el copiloto preparen la nave para dicha emergencia.
Ya en el aire, los brigadistas mantienen comunicación con su base para informar de coordenadas, el tipo de viento, el rumbo y la dirección que deben tomar. Ellos van tomando conciencia del peligro al que se enfrentan. La columna de humo, el color, el viento y el tipo de columna les permite hacerse una idea. Una vez que alcanzan el área afectada hacen una o varias órbitas con el material y combustible que se está quemando, la orografía y la dirección del fuego.
La elif desciende del helicóptero; mientras, el piloto acude a llenar los 1.000 litros de capacidad de su 'bambi', donde almacenará el agua que use para sofocar el incendio.
Junto a ellos acude el agente medioambiental, quien sube a la nave para ejercer la coordinación en el propio incendio y tomar una perspectiva aérea que permita tener una idea global del incendio, antes de tomar las decisiones desde tierra.
En caso de que el fuego tome grandes dimensiones, el jefe de sección organiza un Puesto de Mando Avanzado que permita delegar cada problemática a cada medio que vaya accediendo a la extinción.
El riesgo aumenta no por las hectáreas que abarque sino por la cercanía a núcleos urbanos. «Donde realmente nos vemos comprometidos es cuando el incendio se acerca a pueblos; nuestra prioridad es que no llegue a oblaciones y debemos de destinar a ello los recursos; eso provoca que no podamos seguir atacando y combatiendo el perímetro del incendio».
La acción de estos héroes del aires sin capa permite a los ciudadanos vivir con seguridad, protegidos del fuego y con la garantía de que su intervención logrará sofocar las llamas.
Desde el cielo vigilan. Desde el terreno actúan. Camposagrado es su punto de encuentro en el que esperan el sonido que les lleve al pájaro y a jugarse su vida por defender la de los demás y al medio natural.
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Almudena Santos y Lidia Carvajal
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