La nieve llega a la montaña leonesa y son cientos los pueblos que quedan aislados. Carreteras inaccesibles, calles vacías y pueblos desiertos a consecuencia no solo de la despoblación notable de los últimos años, sino también, de las condiciones meteorológicas de los últimos días.
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Andarraso ... es un pequeño pueblo perteneciente al municipio de Riello. Son cinco los vecinos que ocupan las viviendas de la localidad. Valientes salen a las calles y continúan su vida «acostumbrados» a una climatología que lleva «toda su vida» acompañándolos. «Antes iba andando a otros pueblos con una yegua», asegura José Quiñones, uno de los vecinos de la localidad. El omañés, de 83 años, lleva toda su vida en el pueblo.
Dedicado a la ganadería desde niño sigue contando con su pequeño rebaño compuesto por 14 vacas. Pero a Quiñones, la nieve no le asusta. «Yo he salido por ahí», indica. Algo que no sorprende ya que según recuerda el vecino de la localidad hace unos años «había nevadas de más de un metro».
La vida del pueblo cambia con la llegada del invierno, y más, cuando son cinco los vecinos que ocupan sus calles. Casas cerradas, humo en las chimeneas y previsiones con las que muchos se encierran en sus hogares hasta poder salir.
Porras Blanco
«A mi la nieve no me estorba, porque soy prevenido y tengo que comer», indica Porras Blanco, otro de los vecinos de Andarraso. Con 87 años el residente «se apaña» solo.
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Día a día él mismo elabora la comida, realiza las labores del hogar y sale a dar una vuelta para controlar que «todo vaya bien». Con apenas nueve meses llegó al pueblo donde creció y decidió envejecer. Un lugar que solo dejó para realizar el servicio militar. Sus recuerdos le llevan a inviernos «muy duros» en los que la nieve cubría por encima de la puerta de su casa. Pero esto no era impedimento para él ya que «tenía que atender el ganado, porque antes tenía vacas y ovejas».
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El pueblo que conoció cuando era joven no tiene nada que ver con el que conoce actualmente y así lo recuerda. «Cuando yo era alcalde éramos 16 vecinos», indica. Una cifra que se ha reducido considerablemente hasta quedarse en apenas cinco vecinos, de los cuales solo cuatro viven en el pueblo habitualmente.
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El presidente del pueblo, Jose Laudino Fernández de 68 años tiene «el mejor accesorio» para evitar que las nevadas le impidan salir a las calles de su pueblo. Las conocidas madreñas, los zapatos tradicionales que ya forman parte de la historia de las aldeas leonesas, para Fernández son «las de toda la vida». Un calzado que denomina como el «mejor» y «más sano», aunque asegura que solo para paseos cortos ya que actualmente los viajes más largos se le complica y «puede perder el equilibrio», indica bromeando el presidente.
Jose Laudino Fernández
La nieve es algo que ha formado siempre parte de su vida, aunque confiesa que «ya no es lo que era». Sus recuerdos le llevan a nevadas cuando era «un chaval» y «nevaba de mayo a noviembre», destacando que anteriormente era más de un metro y que este último invierno la primera «acaba de caer y estamos en febrero».
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Una vida que cambia para muchos vecinos no solo de esta localidad, sino para todos los que habitan pequeñas aldeas y pueblos en lo alto de la montaña.
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