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El meteorito caído hace casi 74 años durante una fría mañana en la localidad leonesa de Reliegos ha recobrado protagonismo tras una operación de la Guardia Civil que ha permitido recuperar un fragmento 'perdido'.
Los agentes localizaron esa parte de la bola que aterrizó en tierras leonesas después de detectar un intento de venta a través de internet. El autor del anuncio pedía algo más de 27.000 euros por una parte de la historia del cosmos porque el citado meteorito mantiene en su interior secretos que le han acompañado durante unos 4.500 millones de años.
Coincidiendo con esa acción se ha recuperado una parte de la historia de aquel suceso. El informe de dos ayudantes facultativos de Minas, José Aquilino Alvarez y Luis López, elaborado en 1947 el lugar de los hechos, permite revivir la jornada en la el meteorito alteró la normalidad de la localidad de Reliegos.
El informe elaborado por ambos tuvo, por aquel entonces, dos circunstancias condicionantes: «La densa niebla que reinaba en el momento de su caída y la escasa población de la comarca» y la escasa población de la localidad.
En todo caso detalla el informe que «el día 28 de diciembre de 1947, a las ocho y media horas de la mañana (siete y media hora solar), cayó un astrolito de cerca de 17,5 kilos en la parte SO del pueblo de Reliegos, en la calle Real, a 5,5 metros de la fachada de la casa perteneciente al vecino Gregorio Agúndez, formando un hoyo de unos 35 centímetros de profundidad en el suelo, éste constituido por tierra fuertemente apisonada y cantos entremezclados con ella».
Gerardo Castro
Vecino de Reliegos
El informe detalla los testimonios de algunos de los vecinos. Y así Gerardo Castro, «que reside algo más al norte del lugar de la caída, manifiesta que oyó un ruido parecido al que se produce en un automóvil al ponerse en marcha con manivela y sentirse las primeras explosiones del encendido del motor».
Otra de las vecinas, Ramira Santa Marta Cembranos, esposa de Gregorio Agúndez aseguraba que «hacia la hora del suceso estaba terminando de vestirse en su habitación cuando sintió el ruido de un avión; se dirigió a la cocina y, al abrir la ventana, oyó dos golpes mayores o explosiones que le hicieron gritar: '¡Aquí cayó!'. Estos golpes hicieron trepidar los cristales de las ventanas y las paredes de la casa. (Este ruido es posible que quedara aumentado por la resonancia creada en la bodega sobre la que está construida la casa)».
Entonces «Ramira salió precipitadamente a la calle, por donde ya venían varios vecinos de las casas próximas, preguntándose mutuamente dónde había caído el avión, pues creían que se trataba de esto, hasta que observaron un hoyo en la calle y cerca una piedra distinta de las demás, de mayor tamaño, color negro y seca, mientras que las del pavimento estaban mojadas por la niebla».
Ramira Santa Marta
Vecina de Reliegos
Ramira reconocía en su testimonio que «nadie se atrevió a tocar la piedra por temor a que se tratara de una bomba. Esta señora indicó que la huella tallada por la piedra estaba cortada a plomo por la pared del Este, más próxima a la fachada, y la tierra aparecía removida por la parte Oeste, por donde salió aquélla al rebotar y quedar en el suelo a una distancia de unos 80 centímetros del hoyo hecho en su caída».
Otro vecino de la localidad, Bonifacio Perreras de la Mata, llegó a ver la piedra a las diez de la mañana y observó «que estaba algo más caliente que sus manos, que llevaba metidas en los bolsillos. Este vecino señala la orientación de las paredes del pequeño hoyo hecho por el astrolito, que difieren de las indicadas por Ramira Santa Marta». Según Bonifacio Ferreras, «la huella está cortada a chaflán por el Norte, y la oquedad queda por el Sur».
Froilán Fernández Martínez, que llegó a las once, dice «que la piedra estaba fría». De Villamarcos, pueblo situado a 4,5 kilómetros al sureste de Reliegos, los vecinos Pedro Fernández Casado y Florencio Santiago Prieto «manifiestan que, hacia las ocho y media de la mañana, sintieron el ruido como de un proyectil de cañón, que fue aumentando hasta que, de repente, volvió a extinguirse».
Pedro Fernández y Florencio Santiago
Vecinos de Villamarcos
Otro vecino del pueblo de Santas Martas (que está a 5 kilómetros al sur de Reliegos), llamado Lucio Casado Castaño, oyó el ruido de un avión, pero la niebla le impidió precisar el sentido de su marcha.
También en Villomar, situado a 4 kilómetros al norte de Reliegos, Julia Nistal Sandoval «manifiesta que oyó, durante unos 20 segundos, el ruido de un avión que volaba bajo».
Pudo ser un accidente de avión, una bomba, un coche al que le costaba arrancar pero la realidad es que finalmente lo que llegó desde el cielo fue una condrita ordinaria creada hace más de 4500 millones de años de ahí su valor para conocer aspectos del Sistema Solar más temprano.
Del meteorito original, que pesaba algo más de 17 kilos, fragmentos que pesan once kilos se encuentran repartidos entre diferentes instituciones oficiales de Europa y América. Queda por conocer el destino de los más de 6 kilos restantes.
Julia Nistal Sandoval
Vecina de Villomar
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