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«Eso era como una casa del terror, pero viviéndolo tú mismo». Con estas palabras hacía referencia una de las hijas de un matrimonio que vivía en la residencia para personas de la tercera edad Villa de Robles a lo que allí se vivía.
Esta ... residencia de mayores, ubicada en la localidad leonesa de Corbillos de la Sobarriba, fue obligada a cerrar el pasado 11 de diciembre por orden del Juzgado de Instrucción número 4 de León. La Gerencia de Servicios Sociales hizo efectivo el cierre temporal, según ha explicado Santiago Pascua, abogado de dos de las familias afectadas por esta situación, y quien ha denunciado «el trato degradante recibido a varios de los residentes».
La madre de esta testigo, cuyo nombre quiere mantener en el anonimato, padece de alzheimer en tercer grado y su padre actualmente cuenta con una demencia muy avanzada. «Ellos no eran conscientes de todo lo que estaba pasando. Ese es el problema«, ha explicado afectada a este medio y asegurando que «cada vez que los íbamos a ver, ellos no podían contarnos todo lo que estaban viviendo».
Sus padres permanecieron en la residencia once meses, tras los que debido a la situación «límite», tanto ella como su hermano decidieron trasladarlos a otro lugar. «Entrar allí era una odisea, entrabas de mala leche y salías peor. No dábamos crédito a ver lo que había allí dentro», asegura la hija de los afectados. «Los ancianos estaban totalmente abandonados», ha explicado la misma, haciendo hincapié en que «no les cambiaban los pañales».
Ante una situación de dudas e incertidumbre, la afetada y su hermano decidieron actuar. «Nosotros ya llevábamos pensando tiempo en que las cosas no se estuvieran haciendo bien. A mi hermano se le ocurrió coger un rotulador y marcar el pañal de mi madre», ha asegurado la mujer indicando que «no nos sorprendimos cuando al día siguiente miramos, y seguía llevando el mismo pañal marcado con rotulador».
Cuidados que denomina como «humillantes» y unas instalaciones en las que la misma afectada asegura «no se podía estar». «Cuando les cambiaban los pañales, después de tenerlos durante horas, acababan manchando su ropa, pero les daba igual», ha explicado añadiendo que «los pantalones eran siempre los mismos, aunque los ancianos los hubiesen mojado».
Una situación límite que ha llevado a varias familias a denunciar a la dirección de la residencia. «Hay mucha gente que tiene miedo, que no quiere testificar», ha indicado la hija de los residentes. Desde este medio, se ha localizado a los responsables que han insistido en no hacer ningún tipo de declaración al respecto.
La situación terminó llegando al límite, y por ello esta y su hermano decidieron poner fin a la relación con la residencia. «Mi padre el último mes apareció con una brecha en la cabeza, nos dijeron que se había caído», ha añadido la hija del afectado indicando que «no nos lo creímos». La mujer recuerda que «la versión no cuadraba, nos dijeron que se había caído de la cama pero las distancias no eran para que fuese un golpe con la mesita».
Finalmente, el traslado de los afectados a otra de las residencias de la provincia terminaba con «el infierno de su vida», según ha asegurado la mujer. «El día que salimos de allí tuvimos que llamar a la Guardia Civil, no nos querían dar la ropa y la poca que nos dieron estaba llena de mierda», ha denunciado con indignación mientras explica que la dirección del centro «se encargaba de apartar de allí todo lo que no les saliera rentable económicamente».
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