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Es la historia de unos leoneses intrépidos. Inigualables, quizá. Leoneses emprendedores, de tesón, leoneses que llevaron su tierra hasta el corazón del país y que supieron levantar un imperio prácticamente desde la nada.
Su historia, tremenda, excepcional por momentos, se ha convertido ahora en un libro ('El comerciante madrileño, revolucionario') que en su interior esconde una maravillosa historia: la de los hermanos Rodríguez.
En este marco se inscribe la historia de estos hermanos Rodriguez, que llegaron al Madrid decimonónico procedentes de San Miguel de Laciana, en León.
El primero de ellos en aterrizar en la capital fue Manuel Rodríguez Rodríguez, quien emigró de Laciana con 17 años, en 1853, y en años posteriores fue llamando a sus hermanos para dedicarse al comercio, en un principio, de cintas y otros artículos para el calzado.
Esta saga, con sus sucesivas generaciones y diversas ramas familiares: los Rodríguez, los Gancedo y los Rubio, crearían algunos de los más importantes establecimientos comerciales madrileños.
De su tesón nacieron comercios como los Almacenes Rodríguez de la Gran Vía, precursores de Galerías Preciados y El Corte Inglés; además de Tapicerías Gancedo; Calzados Eureka y Geltra; Mantequerías Leonesas; almacén de mercería La Gloria de las Medias, o Mutua Madrileña Automovilista, entre otros importantes negocios.
Su crecimiento y desarrollo económico llevó a las generaciones de 'los Rodríguez' a ser de la máxima consideración en los terrenos económicos, sociales y políticos. Algo que se evidenció (en el caso de Almacenes Rodríguez, un edificio que para la época supuso una inversión de 2,5 millones de pesetas) con la presencia del rey Alfonso XIII en la inauguración oficial de los almacenes.
Fue el 15 de mayo de 1921 cuando se inauguró el edificio construido por la Sociedad Anónima Almacenes Rodríguez, con el objeto de establecer, en los nueve pisos de que consta, sus grandes almacenes de cortinajes, juguetería, objetos de arte, vestidos, perfumería, muebles, etc. (al estilo de las Galerías Lafayette de París), según recogía la prensa de la época.
Al acto de la inauguración asistió S. M. el Rey Alfonso XIII, quien según se explica en el artículo de Mundo Gráfico «se asocia siempre a toda obra beneficiosa para la nación, o que represente un esfuerzo laudable de la iniciativa particular».
Estas familias fueron también integrantes activas de instituciones clave para la difusión del librecambismo y la formación laboral de la época: el Círculo de la Unión Mercantil, el Centro de Instrucción Comercial y la Institución Libre de Enseñanza, cuyo desarrollo también se aborda en la obra.
Toda aquella historia se resume ahora en el libro 'El comerciante madrileño, revolucionario. Su enlace con los economistas españoles', un libro que es es «un activo extraordinario que abarca tres ámbitos: el de la economía española, el de los enlaces entre planteamientos económicos y políticos» y el «papel importantísimo» que jugó el comercio madrileño, con multitud de consecuencias políticas, sociales y económicas.
Así lo afirmó el economista Juan Velarde en la presentación de la obra, firmada por la investigadora madrileña Silvia Baschwitz Rubio (economista de profesión y nieta del comerciante de calzado Laureano Rubio Rodríguez, integrante de la tercera generación de esta familia), realizada días atrás en la sede de la Real Sociedad Matritense de Amigos del País, en Madrid.
El también catedrático emérito y premio Príncipe de Asturias efectuó durante su disertación un análisis del desarrollo del comercio español en el siglo XIX y parte del XX, apoyándose, para ilustrarlo, en personajes y situaciones concretas de novelas de Benito Pérez Galdós.
Anclado en la desamortización y la aparición de las instituciones crediticias, el comercio madrileño constituyó la raíz de una burguesía que, poco a poco, fue alejándose de su herencia agraria y adquiriendo un espíritu librecambista que suponía una revolución frente al conservadurismo proteccionista imperante en la época, con acérrimos defensores en Cataluña.
Como moderador del acto actuó -según informa la editora del libro- Manuel Gancedo Puig de la Bellacasa, director general de la compañía Gancedo, quien señaló que «los protagonistas de este libro fueron grandes visionarios que ya se anticiparon a la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y a la actual corriente de sostenibilidad, demostrando que el progreso está ineludiblemente ligado a la formación de las personas». «Si ya éramos fervorosos defensores de Laciana y sus bondades», añadió, «hoy estamos más orgullosos si cabe de nuestros antepasados y sus aportaciones a la sociedad«.
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