Rosi es copropietaria y cocinera de un restaurante en Geras de Gordón, en la provincia de León. I.G.B.

Internet en los pueblos

La isla incomunicada de Geras: «Somos pocos y se nos oye poco»

Uno de los restaurantes más conocidos de la zona denuncia la falta de cobertura que obliga a fiarse de la buena voluntad del cliente para cobrar

Jueves, 25 de julio 2024, 15:11

Llega el verano a Geras y es tiempo de reencuentro, de vuelta a casa para muchas familias que han hecho vida lejos del pueblo y que aprovechan la época estival para volver a sus orígenes. Este es el lado amable de la historia.

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Lo que tendría que ser una buena noticia para el pequeño pueblo de Gordón, hay días que supone un quebradero de cabeza para los negocios de la zona y para los propios visitantes que se dejan caer por el valle. A más gente, menos cobertura. Un mal que se agrava en una localidad con pésima cobertura.

Así lo explica Rosa María Gutiérrez, conocida allí como «Rosi la de Geras». Copropietaria y cocinera del restaurante Entrepeñas -que junto con el Tarabico alimentan a los turistas-. Es un problema «persistente» y que lleva años sin solución, pero que este verano se ha dejado notar aún más.

Al llegar el verano, la población se multiplica y «todo el mundo quiere internet». Los que habitan aquí todo el año ya no tiene cable, y tampoco les ha llegado la fibra, por lo que su cobertura es de radio y «cuando se saturan de gente, baja la intensidad y no funcionan». Unos ratos tienen 5G, otros no hay nada.

El río Casares a su paso por la localidad a la que da nombre. I.G.B.

Y encima la antena que transmite, situada en el alto de Aralla, está en malas condiciones y nadie quiere arreglarla. «Falla por el mal tiempo y por el buen tiempo. Falla si hace calor, si hace frío o si llueve», exclama.

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Geras vive en una isla de mala cobertura. La conexión mediante fibra óptica ya llega hasta Cabornera -si llegamos por La Pola de Gordón- y hasta el valle de Arbas -si lo hacemos por Aralla-. «Dicen que es culpa de la CHD porque quieren tirarla por el río. La realidad es que estamos en medio y sin fibra y queremos tenerla como todo el mundo; y pagarla».

Rosi lleva casi 45 años sirviendo comidas en Geras de Gordón. Ha vivido la transformación social que ha llevado a muchos a dejar el monedero en casa y tirar de tarjeta para cualquier compra. Y ellos se han adaptado a esa situación, pero el entorno no lo ha hecho.

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Puente de la localidad. I.G.B.

«Hay días muy problemáticos y estás más tiempo pidiendo disculpas que vendiendo», trata de explicar la copropietaria de Entrepeñas. Cuando un cliente pide pagar con tarjeta, el restaurante sirve a la carta hasta tres datáfonos de diferentes compañías bancarias, pero cuando la cobertura está de que no es que no. «Le intentas convencer de que te haga una transferencia, le pides los datos, un pago por bizum cuando llegue a una zona con cobertura o que nos paguen en las tiendas de León y Asturias lo que hayan comido o comprado; algunos vuelven el día siguiente y nos pagan», explica la hostelera que, ante todo, se tiene que fiar de la buena voluntad de la gente.

«Los clientes nos dicen que cómo estamos así, que cómo no protestamos más. Pero es que yo ya me cansé. Somos pocos y se nos oye poco», lamenta Rosa María. La falta de internet ha ido a peor desde que hace mes y medio les quitaron la telefonía fija para cambiarles de cable a radio, pero es que les falla ambas conexiones.

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Y más allá del problema en el momento del cobro, la falta de fibra y una cobertura decente complica también la logística de los dos negocios de la localidad que generan medio centenar de empleos en verano y donde sirven unas 500 comidas cada fin de semana. Necesitan la red para que funcionen sus cámaras de vigilancia, las conexiones a los centros logísticos de León, mandar su catálogo de productos o comunicarse con sus tiendas. Y también lo reclaman los clientes porque «todo el mundo quiere una conexión, ponerle los dibujos al niño o guiarse para hacer una de las 18 rutas que tenemos en estos montes».

Por todo ello piden que la conexión a través de fibra óptica llegue de una vez a la única zona del valle que queda excluida. Una solución que llevan ofreciendo «20 años», que ahora está en las localidades vecinas de Cabornera, Aralla y Casares mientras ellos permanecen «en medio de la nada».

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