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Javier Mallo en el río Omaña. J.M

La huella del oro en Omaña: «No es ningún secreto para quien conoce este río»

Javier, vecino de Mallo de Luna, recorre con su familia los ríos de Omaña en busca de oro como los antiguos romanos y astures

Domingo, 27 de abril 2025

Javier Mallo, natural de Mayo de Luna, es un apasionado de la geología y de la búsqueda de oro aluvial. Aunque en su propio pueblo el río Luna ya no guarda restos del preciado metal, cada verano se traslada con sus hijos al valle de Omaña, donde aún hoy el oro se esconde entre piedras y corrientes suaves.

«Encontré una pepita de oro puro, de 22 quilates, incrustada en cuarzo. Fue una sorpresa increíble», cuenta emocionado. Ocurrió hace siete años en La Omañuela, mientras exploraba el monte con su piqueta. Aunque nunca volvió a encontrar algo igual, esa experiencia lo marcó para siempre.

Javier explica que el oro aluvial es el que, durante millones de años, los ríos han ido arrastrando y depositando en sus fondos. El oro, al no oxidarse ni reaccionar con otros materiales, permanece intacto y se acumula en las llamadas «trampas del río»: zonas donde la corriente pierde fuerza y los sedimentos se asientan.

Mina de oro

«El río Omaña es una joya. Después de Las Médulas, albergó la segunda mina más grande del Imperio Romano».

Imagen del oro encontrado en el río Omaña. J.M

«Toda la gravera de la zona proviene del material estéril que dejaron los romanos tras extraer el oro», señala Mallo. Añade que aún hoy se pueden ver canales excavados, acumulaciones de cuarzo y estructuras antiguas en pueblos como La Puebla o Vegapujín, testigos del pasado minero.

«Voy con mis hijos y sobrinos a bañarnos»

Aunque para él la búsqueda de oro es algo recreativo, tiene un valor sentimental y educativo: «Voy con mis hijos y sobrinos, nos bañamos, bateamos juntos, y cuando brilla el oro en la batea, todos se emocionan. Es una forma bonita de aprender historia y geología».

Puntos curiosos del Valle de Omaña

Además de La Omañuela, ha explorado otros puntos curiosos como la llamada «Piedra de la Fortuna», una formación geológica entre Riello y La Garandilla, donde la leyenda dice que quien duerme allí tendrá suerte. «También encontré oro en esa zona. Es como un pequeño tesoro que la naturaleza guarda en silencio».

«Encontrar oro puro, eso sí que es difícil»

Aunque el oro que encuentra hoy es mayormente testimonial y decorativo, Javier Mallo lo disfruta como el primer día. «Batear es fácil. Encontrar oro puro, como lo hace la naturaleza, eso sí que es difícil».

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