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Una de las fotografías que conserva el museo de la estación de Cistierna en el siglo XX. S. Santos
Museo del ferroviario de Cistierna

«Es nuestro homenaje a los ferroviarios de la vía estrecha más larga de Europa, la León-Bilbao»

Cientos de fotografías tomadas desde la inauguración de la vía férrea en 1894, utensilios y materiales de trabajo de los ferroviarios componen la miscelánea de un museo creado por y para los empleados del ferrocarril Hullero

Ana G. Barriada

Cistierna

Martes, 18 de marzo 2025, 08:14

Una historia de pasado, de recuerdo, de nostalgia y de orgullo al formar parte de un gremio tan único como casi olvidado. En 2009 abría sus puertas el Museo del Ferroviario de Cistierna, un sueño en su día para los amantes del tren que, tras conseguir los permisos pertinentes, se hacía realidad en la nave que en su día fue el economato de los ferroviarios.

De la oficina del Jefe de Estación con sus gorras, briquetas, sellos y ollas ferroviarias a las maquetas del ferrocarril hullero, fotografías que del blanco y negro al color repasan la historia centenaria del tren a un taller que recupera la historia de la maquinaria ferroviaria de una comarca que vivió y sobrevivió gracias a las vías, todo tiene cabida en un museo que más que homenajear al tren, rinde tributo a aquellos que lo hicieron posible, los ferroviarios.

Uno de ellos es Manuel Suárez, promotor del museo, presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Cistierna y, durante 35 años, maquinista. La idea de crear en Cistierna un museo germinaba en la cabeza de los ferroviarios a principios de siglo. Con una cantidad de material ingente, tanto de fotografías como de herramientas, los trabajadores del tren plantearon al Ayuntamiento levantar un museo para recoger toda esa historia de la comarca. «Solicitamos a Feve un local y nos dejaron este, que es el antiguo economato de los ferroviarios», cuenta Manuel en una de las dos salas que componen la nave.

Un museo que sí, es del ferroviario y no del ferrocarril como acostumbramos a ver. «Ya que no tenemos trenes, ni máquinas, ni nada de eso, lo que queríamos hacer aquí era algo con lo que sí teníamos, desde utensilios que utilizaban los ferroviarios en su día a día de trabajo hasta fotografías, documentos, herramientas...», enumera el maquinista, que reconoce que la intención era realizar un «pequeño homenaje a los ferroviarios, a todos en general, pero principalmente a aquellos que trabajaban en esta vía estrecha que va de León a Bilbao y que es la más larga de Europa con 345 kilómetros».

La historia de un tren que conectó las minas de León con la industria del País Vasco

Fue el 11 de agosto de 1894 cuando quedó oficialmente inaugurada la línea férrea que unía La Robla con Balmaseda. Ubicada en el punto kilométrico 54,27 del nuevo ferrocarril, la estación de Cistierna se convertiría en el espacio a través del cual la comarca, con Sabero al frente, comenzaría una nueva relación con el mundo. Cistierna se convirtió en una de las estaciones cabecera de la línea que vertebraba el norte peninsular, llevando el carbón de las cuencas leonesas y palentinas a la industria vasca.

Aunque reconoce Manuel que desde aquel 1894 la vida «es muy distinta», con un transporte de mercancías ya inexistente en la vía y con uno de viajeros acuciado por el mal funcionamiento y el abandono institucional, lo cierto es que durante aquellos primeros años del siglo XX Cistierna, igual que el resto de localidades vertebradas por el tren, era un hervidero. «En Cistierna vivían cerca de 400 familias a costa del ferrocarril», apunta Suárez.

Cuando metros de nieve cubrían las vías a pequeños accidentes e historias de la guerra

Han sido esas mismas familias quienes han dado vida a un museo que sigue alimentándose de recuerdos de tiempos pasados. Porque, desde que se inaugurara el museo en 2009 con el material de la asociación, no han parado de llegar elementos nuevos. «Muchas personas tenían fotos de sus padres o de sus abuelos y nos las han traído, nos han contado sus historias y las hemos reflejado aquí porque siempre hace ilusión ver estas cosas», recuerda el presidente de la asociación, protagonista mismo de algunas de las imágenes colgadas en las paredes del museo, donde se reflejan las grandes nevadas de otra época que cubrían la vía por completo con metros de espesor, accidentes y salidas de vía o citas con la olla ferroviaria, ese potaje tan exquisito y que quitó tanto frío entre los trabajadores.

Manuel Suárez con un compañero un día que descarriló un vagón a finales del pasado siglo en una fotografía que conserva el museo.

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Manuel Suárez con un compañero un día que descarriló un vagón a finales del pasado siglo en una fotografía que conserva el museo.

Porque las imágenes dan vida a una de las salas principales del museo, que también cuenta con maquetas donadas por amantes de los trenes, y donde se reproduce en las visitas un vídeo que resume los más de cien años de vida del ferrocarril hullero. En la primera sala, que recrea la oficina del jefe de estación, no faltan detalles como las ollas ferroviarias. Tampoco está falto de detalle el taller, que conserva en su interior un tesoro en forma de maquinaria que da testimonio de otra época donde se reparaban con grandes tornos vagones, máquinas, locomotoras y «todo lo que hiciera falta».

Durante los meses de verano un guía suele enseñar a los visitantes el museo, que cuenta con el incansable trabajo de los miembros de la asociación para mostrarlo a visitas que llamen para concertar cita de forma más puntual en otras épocas del año.

Algunas de las imágenes que muestra el museo.
Imagen principal - Algunas de las imágenes que muestra el museo.
Imagen secundaria 1 - Algunas de las imágenes que muestra el museo.
Imagen secundaria 2 - Algunas de las imágenes que muestra el museo.

Porque el ferrocarril de vía estrecha es historia, y ninguno de los objetos colocados y cuidados con mimo en el museo está falto de ella. «Cada imagen, casa herramienta, tiene una historia detrás de la gente que trabajó aquí, historias de la guerra, de cuando la vía dividía la zona azul de la roja, e historia de cada una de las personas que vivieron por y para este tren». Y así, sobre ruedas, el Hullero seguirá rodando al menos en la memoria de los amantes del tren de vía estrecha más largo de Europa.

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