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Villavante repicó sus campanas para anunciar a todo el mundo que su noble arte tiene futuro.
La torre de la iglesia congregó a 33 campaneros que hicieron sonar el badajo y mostraron toda la potencia de estos elementos.
De niños a mayores, de los más pequeños de 8 y 10 años, a los más veteranos de 93. Villavante volvió a celebrar este encuentro que acumula ya 37 ediciones.
La asociación de campaneros más antigua de España presumió de su reciente declaración del toque manual de campanas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Sin embargo, no todo iba a ser fiesta. Esta edición contó con una notable ausencia, la de Santiago Calderón, campanero mayor que fallecía hace unos meses.
Numeroso público acudió a esta localidad para disfrutar del sonido vibrante y estruendoso de las campanas. Tente nube, vísperas, fiesta, concejo o muerte. Uno tras otro, los campaneros fueron ascendiendo a la torre para hacer una demostración de fuerza, templanza y armonía bajo la campana.
Los bailes regionales amenizaron la cita vespertina que acabó con una contundente cena de patatas con carne y un baile como fin de fiesta.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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