Pablo a. marín estrada
Lena | León
Domingo, 3 de junio 2018, 12:22
La memoria de Celesto García, el vecino de Pajares que presenció la ejecución de una veintena de prisioneros republicanos en Parasimón en noviembre de 1937, no ha fallado. Tampoco la de su paisano -un hombre que quiso guardar su identidad en el anonimato- y ... que situó 'cayáu' en mano el lugar donde asistió, junto a su hermano, al enterramiento de los cuerpos. Los trabajos emprendidos desde ayer a primera hora por el equipo del forense Francisco Etxeberría en una de las dos fosas localizadas -gracias a esos testimonios- en la ladera del monte y a escasos metros de la N-630 han logrado hallar los restos de nueve o diez cuerpos.
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El relato de los dos vecinos ha sido clave para que haya comenzado a dar frutos la búsqueda iniciada en 2010 por los familiares de la única víctima identificada en el grupo de prisioneros, Luis Cienfuegos Suárez, y que se materializó posteriormente en dos campañas de investigación sobre el terreno dirigidas por los arqueólogos Jesús F. Torres y Antxoka Martínez. Este último es el responsable de coordinar la intervención arqueológica que se desarrolla estos días y en la que participan Etxeberría y una decena de especialistas de la Sociedad Aranzadi.
Los trabajos comenzaron en torno a las ocho de la mañana en el punto donde fueron hallados en 2014 un fémur y unos huesos tarsianos. No fue preciso cavar a una mayor profundidad de la calculada para que empezasen a aparecer más restos y, alrededor del mediodía, ya eran visibles los cuerpos de esos nueve o diez republicanos fusilados que estaban enterrados en la fosa.
Tras finalizar las labores de limpieza de los huesos hallados a última hora de la tarde, hoy se prevé completar la identificación individualizada de cada cuerpo que servirá para determinar el número exacto de víctimas y proceder a la exhumación de los restos para su estudio en los laboratorios de antropología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Además de los restos humanos, durante la excavación fueron encontrados diversos objetos personales que podrían pertenecer a las víctimas, entre ellos dos cucharas, que, como explicaba el arqueólogo Antxoka Martínez, vendrían a corroborar la versión de los hechos allí sucedidos sustentada en los diversos testimonios: las víctimas serían un grupo de prisioneros a quienes supuestamente conducían a una cárcel de León.
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«Las cucharas, como otros objetos de uso diario, eran parte del equipaje de los presos», apuntaba el especialista. Uno de los esqueletos descubiertos conservaba asimismo las botas calzadas en bastante buen estado, a pesar de los más de ochenta años transcurridos desde la tragedia.
Toño Naves Cienfuegos, uno de los nietos de Luis Cienfuegos, expresaba, al término de los trabajos de ayer, la satisfacción de la familia por los resultados obtenidos: «Solo se pueden calificar de éxito total. Se buscaba a unas diez personas y son las que han aparecido». El hallazgo «abre un nuevo umbral de esperanza», afirmaba para tratar de averiguar si alguno de los restos hallados se corresponde con el de su abuelo. Un hombre «bueno» al que sacaron una noche de su casa en Santibáñez de Murias y a quien solo volvió a ver Celesto García una mañana aciaga de noviembre de 1937 en Parasimón junto a otros 'desaparecidos' de quienes nunca más se volvió a saber hasta ayer.
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