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La gaseosera en el sur de León también distribuye alimentos y productos de primera necesidad.

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La gaseosera en el sur de León también distribuye alimentos y productos de primera necesidad. Sandra Cordero / EFE

La gaseosera que reinventó la profesión para cuidar de sus clientes

Eduardo y Sandra ejercen su profesión en el sur de la provincia, llegando a pueblos de Zamora y de León, reiventando su profesión para dispensar también alimentos de primera necesidad

ÁLVARO GÓMEZ

León

Sábado, 4 de abril 2020, 13:50

Algunos oficios como el del gaseosero han tenido que adaptarse a los tiempos y, además de vender su producto estrella, se han visto obligados a ofertar otros para sobrevivir. Ahora, una gaseosera que sirve a algunos pueblos de León y Zamora ha reinventado su oficio durante la crisis del coronavirus y vende alimentos de primera necesidad para que los que sobrevivan sean sus clientes.

El término gaseosero, referente a la persona que vende gaseosas, está poco extendido y además su sentido actual ha cobrado otra dimensión, pues se denomina así a los distribuidores que trabajan con otros muchos productos. En la frontera entre Zamora y León aún se usa en ciertos pueblos, como en los que sirve Sandra Cordero, «la gaseosera».

Ella y su marido, Eduardo Prieto, son los encargados de abastecer a los bares de 18 pueblos, donde también llevan algunos productos no perecederos como aceite o leche a los particulares. Tras dejar de acudir a estos pequeños municipios durante el Estado de Alarma otros profesionales del sector, encargados de llevar alimentos de primera necesidad a los pequeños pueblos, Sandra ha hecho un hueco en su furgoneta carrozada para que los vecinos, la mayoría mayores, tengan acceso a productos esenciales.

«He metido fruta, verdura, pescado, yogures... todo lo que puede necesitar una persona para subsistir«, detalla a Efe, lo que conlleva trabajar »el triple«: »la gente es mayor y lo necesita, son mis clientes y estoy ahí para ayudarlos en todo lo que pueda«.

Desde hace unas semanas, cuando el temor comenzó a expandirse a la par que el virus y los suministradores de fruta o pescado por una u otra razón desaparecieron del mapa de estos pueblos, Sandra se enfundó la mascarilla, preparó el hidrogel y se hizo con una buena cantidad de guantes ya que tiene como «obsesión» cambiárselos con mucha frecuencia.

Los vecinos, buena parte de ellos ancianos y por tanto población de riesgo, agradecen que la pequeña tienda ambulante de Sandra llegue hasta la puerta de su casa, tanto que, aunque estos días no distribuya a bares por el cierre de negocios, el número de particulares que atiende no ha parado de incrementarse.

«Hay de todo, pero la gran mayoría están preocupados. Se les vienen muchos pensamientos a la cabeza, claro, ellos han vivido muchas cosas antes«, relata emocionada Sandra.

Unos días puede ir a Coomonte, La Nora del Río o Alija del Infantado, otro visitar Altobar de la Encomienda, Burganes de Valverde y Bretocino, o dedicar la jornada a atender a Olmillos de Castro, Valcabado o Roperuelos del Páramo. De calle a calle, de puerta a puerta de los 18 municipios donde da servicio, en los últimos días arrancando el motor a las 9 de la mañana y llegando a casa para cenar, dormir y esperar otro día de trabajo.

«Lo estoy haciendo de corazón porque creo que es lo que tengo que hacer y lo siento así realmente», confiesa Sandra. Entre la gente que atiende hay varias personas mayores con dificultades para andar, para quienes sería un gran problema que su pequeño pueblo no tuviera acceso a alimentos de primera necesidad: «Yo les meto la caja de leche hasta la despensa y me llevo la vacía si me lo piden».

El mayor temor de Sandra es su tía de 86 años que vive con ella y su marido, por lo que toda precaución y medida de seguridad es poca mientras realiza el reparto. Por el momento no conoce ningún caso de Covid-19 entre sus clientes, aunque si recuerda que una mujer compró grandes cantidades de fruta para unos familiares que habían dado positivo.

«Cuando hablo de ellos me emociono. Son ocho años lo que llevo trabajando con gente desde el primer día y por desgracia he perdido clientes por los que he llorado mucho«, lamenta Sandra minutos antes de echarse a la carretera, en un día más en el que la gaseosera se transformará para que no quede ni uno de sus pueblos sin resistir.

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