Objeto de chascarridos, memes y críticas, la autovía León-Benavente se ha convertido en una de las infraestructuras más deterioradas de la provincia de León, una vía de comunicación que se encuentra en un estado deplorable.
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Con el firme descompuesto, resquebrajados, un suma y ... sigue de baches que obliga a los conductores en su mayoría a circular por el carril izquierdo y exponerse a una multa. Es la A-66, más conocida en los últimos meses por el camino de cabras de León.
Una reclamación que tuvo su respuesta el pasado mes de julio con la primera visita de un ministro a la provincia de León. José Luis Ábalos anunciaba el inicio de las obras de reconstrucción de la calzada derecho sentido León.
Era el remedio al deplorable estado de esta autovía desde hace más de un año. Unas obras que arrancaron en el mes de agosto y que este miércoles, 31 de octubre, se han dado por culminadas. Al menos en una primera fase que ha contemplado la reconstrucción del firme de los primeros ocho kilómetros.
Una obra de gran envergadura y de gran complejidad, según señalan desde el Gobierno, que se ha ejecutado a «buen ritmo» y que ha obligado a cortar por completo la cazada para sanearlo, derivando el tráfico al carril contrario durante estos tres meses.
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Son los ocho primeros kilómetros de los 53,22 kilómetros que contempla el proyecto del Ministerio de Fomento, que tendrá un coste de 6,8 millones de euros y cuyo plazo de entrega es de 21 meses, lo que dilata hasta la primera del 2020 la finalización de la reconstrucción de la autovía.
Una actuación que ahora queda en 'stand by'. Las condiciones meteorologías obligan a posponer la reconstrucción del firme al menos hasta que suban las temperaturas y se permita que el conglomerado alcance como mínimo los 170 grados.
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Asimismo y según han confirmado desde la Subdelegación del Gobierno, está previsto que en la primavera del 2019 el Gobierno licite las obras de la calzada izquierda -sentido Benavente-, cuyas obras arrancarán una vez superados los trámites administrativos.
Ferrovial Agromán se hizo con el encargo por 5,6 millones, imponiéndose así a los otros 72 competidores al rebajar el presupuesto de salida un 43%. La calzada sobre la que trabajará soporta entre 9.000 y 11.000 circulaciones diarias, parte de ellas de asturianos que van o vuelven a Madrid.
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La A-66, en plena Ruta de la Plata, es en realidad una gymkana. El grave deterioro del asfalto en esa zona concreta del vial no es un asunto menor, ni nuevo. En realidad el deterioro se extiende por falta de inversión desde 2010, pero se acentuó de forma visible con el paso de los años.
Desde el 2015, ingenieros del Ministerio de Fomento vienen advirtiendo del grave deterioro de esta vía de comunicación, señalando que la vía presenta un estado de agotamiento estructural importante, con una elevada degradación de las capas de mezcla bituminosa, superior al 77% en el carril derecho».
De ahí la «complejidad» de esta actuación que prevé la reconstrucción del firme, lo que pasa por fresar y reponer la totalidad de las capas de mezcla bituminosa existente», lo que obliga a levantar el firme hasta llegar a la base de cemento.
De esta forma, se derruirá una lámina de 20 centímetros de espesor aunque habrá tramos en peor estado que tienen hasta el asiento estropeado. En ellos «se saneará demoliendo la totalidad del firme y excavando una profundidad de 80 centímetros por debajo de la cota de la explanada».
Además de rehacer casi por completo la autovía, se aprovechará para instalar tubos que drenen las aguas. Para que el resultado final sea homogéneo, además de los carriles se procederá de igual manera con el arcén.
Ferrovial Agromán se hizo con el encargo por 5,6 millones, imponiéndose así a los otros 72 competidores al rebajar el presupuesto de salida un 43%. La calzada sobre la que trabajará soporta entre 9.000 y 11.000 circulaciones diarias, parte de ellas de asturianos que van o vuelven a Madrid.
De este modo una inspección realizada en 2015 identificó en esos 51 kilómetros hasta 396 parches aplicados sobre las distintas deformidades de la calzada en ambos sentidos.
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Tanto que no es posible parchear porque el deterioro ha alcanzado tal punto que sólo un recubrimiento total podría salvar la situación que ha llegado a un punto tal que -a riesgo de multa- propicia que los conductores utilicen el carril izquierdo de forma permanente.
El origen del actual estado de la León-Benavente se encuentra en un fallo durante su construcción provoca que las distintas capas que forman el firme estén lejos de la consistencia deseada, lo que se traduce en baches, toboganes y superficies cuarteadas, mayoritariamente en el carril derecho.
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El resultado de todo ello, y la falta de ejecución de las obras de mantenimiento previstas, han terminado obligando a que la velocidad máxima permitida sea rebajada a los 100 kilómetros por hora.
«Siendo conscientes del deterioro actual del firme tras el intenso desgaste sufrido por las adversas condiciones meteorológicas que vienen padeciéndose desde diciembre del pasado año, se ha considerado la reducción de la velocidad en 20 kilómetros por hora para mantener unos adecuados niveles de seguridad vial», se explicó en su momentos por parte del desde el Ministerio de Fomento.
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