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La escasez de gerocultores y personal de atención directa se ha convertido en una de las principales preocupaciones de las residencias de mayores en la provincia de León, especialmente en zonas rurales.
A la dificultad para encontrar profesionales se suma la precariedad del convenio del sector, que muchos consideran «maltratado» por los bajos sueldos y los problemas derivados de la distancia con la capital.
«Este año ha sido de pena», lamenta Salvador Valbuena, gerente de la Residencia Virgen de Loreto, quien asegura haber contratado más de 20 personas en el último año, con una duración media de apenas un mes. «Ahora mismo tengo una auxiliar de cocina que no ha venido en dos días y eso significa quedarme sin cocina. En geriatría estoy cubierto, pero temo que cualquier baja sea insustituible», añade. Para paliar la situación, Valbuena ha optado por costear la formación de nuevos trabajadores: «Contrato y les pago el curso, porque si no, no hay nada».
En Sahagún, Óscar Parro, supervisor de la Residencia Virgen Peregrina, apunta a la despoblación como una de las causas más graves del problema. «Por mucho que busquemos es imposible encontrar trabajadores cualificados. A veces nos vemos obligados a contratar sin titulación, siempre que se comprometan a estudiar. Todos lo acaban sacando, pero no hay candidatos suficientes».
Óscar Parro
Supervisor de la Residencia Virgen Peregrina
La gerocultura es el puesto más difícil de cubrir, seguido por fisioterapia y terapia ocupacional. «No hay horas suficientes como para atraer profesionales y eso complica aún más la contratación», asegura.
Desde la Junta de Castilla y León, que gestiona dos residencias públicas en la provincia, se reconoce la problemática, aunque aclaran que en los centros de titularidad pública no hay dificultades gracias a la existencia de bolsas de empleo. «Cuando hay vacantes, se cubren automáticamente por oposición o bolsa, pero somos conocedores de que en el ámbito privado y rural la situación es muy distinta», aseguran.
Yaiza Saco Melcón, directora de la residencia de Riello y sustituta en la de Rioseco, afirma que la falta de personal es constante desde hace al menos tres años. «Me cuesta cubrir bajas y vacaciones desde finales de febrero. En Riello y Rioseco tenemos nueve gerocultoras en cada centro, pero faltan al menos dos para suplencias, y también una cocinera que no encuentro», señala.
A esto se suma el esfuerzo físico y mental del trabajo, los bajos salarios, con un convenio en torno a 1.160´37 euros, y la escasa predisposición de personal de León capital para desplazarse a zonas rurales.
Yaiza Saco Melcón
Directora de la residencia de Riello
«En Rioseco hemos tenido que formar a dos personas que no tenían el título, matriculándolas en entidades colaboradoras para que pudieran obtenerlo», explica Saco. Es una solución que, si bien ha «funcionado» puntualmente, no resuelve el problema estructural que amenaza con dejar sin cobertura a los mayores en muchas zonas de la provincia.
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