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Veguellina de Órbigo ha perdido este domingo a una de sus grandes referencias culturales. La escritora Elena Santiago ha fallecido a los 84 años, según ha confirmado su propio hijo a través de las redes sociales.
Elena Santiago es el nombre con el que se daba a conocer esta literata natural de la localidad del Órbigo, donde nació.
Entre los premios que han reconocido su carrera se encuentra el Rosa Chacel al conjunto de su obra, el Premio Provincia de Valladolid 1999 a la trayectoria literaria y el Premio Castilla y León de las Letras. El último legado de Elena Santiago fue su decimocuarta novela, 'Los delirios de Andrea' de Eolas Ediciones.
Tal y como había expresado en numerosas entrevistas, sus vecinos de Veguellina la guardan una profunda admiración: «Me tratan muy bien siempre».
Y es que en Veguellina, según ha relatado la propia Elena, es «donde me asomé a la vida y fui con 6 años a la escuela tres años, y a los nueve a un colegio donde aprendí el miedo y la tristeza al no estar con la familia. Y seguiría interesada por cuanto fuesen Letras y Pintar. Y la música, tocar el piano hasta conseguir acercar aquellos sonidos inventados por los magníficos. Me cambió totalmente la vida al ir a Madrid. A una residencia muy divertida y ordenada. En Madrid continué estudios de Letras. Mi camino se iba marcando más seriamente. Letras e idiomas. Fui perdiendo los idiomas. Nunca, Letras».
Las letras leonesas sufren una gran pérdida. Transmitimos nuestro más sincero pésame por el fallecimiento de la escritora Elena Santiago, natural de Veguellina de Órbigo. D.E.P. https://t.co/kkTdjcqEgn
Diputación De León (@diputacionleon) January 3, 2021
La propia Elena Santiago contaba en otras ocasiones cómo conoció en Madrid a «muchos escritores, íbamos a las tertulias, ahora casi no recuerdo los nombres. Fueron tres años y medio, no demasiado, pero me parece más. Luego me casé pronto y me enamoré de mis hijos. La familia fue lo primero, con altura e importancia vital. Realmente lo grandioso de la vida es poder elegir, intentar aproximarse a donde uno quiere y puede llegar siempre con respeto».
Ya en julio de 2019 comentaba en una entrevista con El Norte de Castilla, donde recientemente participaba en el homeaje del periódico a Miguel Delibes, que «personalmente siento que estoy de cierre, que termina el tiempo de escribir. Pero luego salgo a la calle y vuelvo a casa con un paisaje o veo pasar a alguien y me entra el ansia de desarrollarlo, de contarlo. Un amigo me decía el otro día que no lo dejaré hasta que desaparezca. Y no me hace gracia la idea de desaparecer», decía en aquella entrevista Elena Santiago.
Este domingo ha llegado ese momento, dejando huérfanas a las letras leonesas que se despiden de una mujer cuyo recuerdo siempre viajará por la ribera del Órbigo.
Leonesa nacida el 8 de febrero de 1936 en la localidad de Veguellina de Órbigo y afincada en Valladolid desde 1965, Elena Fernández (Elena Santiago para la Literatura) estudió para maestra, pero acabaría dedicándose por completo a la escritura y el arte. Los nueve primeros años los pasó aprendiendo lo más básico en la escuela de Veguellina, y luego en el Colegio de la Asunción de León.
Cursó la carrera de Magisterio, se trasladó a Madrid para seguir con las Letras y decidió dedicarse exclusivamente a pintar y a escribir; muy pronto, sólo a escribir. Sus primeros dos cuentos, El Hijo (1969) e Historia sobre el terremoto de Perú (1970), fueron seleccionados por la revista «Temas». Su estilo se caracteriza por el cuidado, la exquisita pulcritud, sencillez y naturalidad del lenguaje, desde un perfecto dominio del diálogo.
Dio a la imprenta Un camino amarillo, La última puerta, Las horas quietas y Cada invierno (cuentos todos entre 1973 y 1975); La oscuridad somos nosotros (1976), primera novela que presentaba una historia familiar en un contexto rural y cotidiano durante la Guerra Civil y la postguerra, que le valió el Premio Ciudad de Irún; Un mundo detrás de la puerta, El ruido y Antes de cerrar la puerta (ambos en 1977), Ácidos días (1979), novela con la que saltó al primer plano de la narrativa española. Gente oscura (1980), que resume la lucha por romper el cerco de la soledad; Una mujer malva (1981); Manuela y el mundo (1983); Alguien sube (1985); Relato con lluvia (1986); Veva (1988); El amante asombrado (1994); Amor quieto (1997); Cuentos (1997); Ángeles oscuros (1998); Un susto azul (1998); Asomada al invierno (2001); Olas bajo la ciudad (2003); Sueños de mariposa negra (2003); Lo tuyo soy yo (2004), un libro de 17 relatos sobre el amor, el desamor, la memoria y la soledad con ilustraciones de Pablo Ransa; La muerte y las cerezas (2009), una historia de amor, ausencia y aprendizaje; Nunca el olvido (2015), sobre la violencia doméstica; y Los delirios de Andrea (2019), novela de inspiración cervantina.
Colaboró en diversos periódicos (ABC, El Norte de Castilla, El Mundo), formó parte del consejo de redacción de diferentes revistas literarias y frecuentó la poesía y la prosa poética en obras como Después, el silencio (1978), Ventanas y palabras (1986), Valladolid desde la noche (1998), No estás (2001), Hombres de viento (2005), y Sostenida luz (2014). En 2004 publicó, junto a Eduardo Cuadrado, Hombres de viento, repleto de curiosas fotografías y poemas. Participó con el relato 'Finalmente, ¿una oscuridad?' en el libro colectivo Inmenso estrecho. También Cuentos sobre inmigración (2005), obra solidaria dirigida a sensibilizar en el tema de la inmigración y señalar la necesidad de avanzar hacia una sociedad multicultural. Para el público infantil destaca su cuento Sueño de mariposa negra (2003) y los poemas de Mat y Pat. Vuelos de niños (2018).
Sostuvieron los premios su inicial trayectoria literaria, y vinieron luego a consagrar su obra. De todos ellos destacan el Ciudad de León (1973), el Ignacio Aldecoa (1974), el Premio Lena (1976), el Ciudad de Irún (1976), el Premio Jauja (1977), el Calderón Escalada (1977), el Novelas y Cuentos (1979), el premio La Felguera (1980), el Hucha de Plata y Hucha de Oro (1981), el Premio Ciudad de Barbastro (1981), el reputado Felipe Trigo (1983), el Premio Ateneo de Valladolid (1985), el Rosa Chacel por el conjunto de su obra (1998), y el Premio a la Trayectoria Literaria, concedido por la Diputación Provincial de Valladolid en 2001. En 2003, su Veguellina natal la nombró Hija Predilecta, y la Plaza del pueblo lleva su nombre. Falleció en Valladolid el 3 de enero de 2021.
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