Un oso pardo camina por una zona protegida.

La expansión del oso suma 1.357 ataques a colmenas, ganado y frutales en diez años en León

La Fundación Oso Pardo considera «ilógica» la concentración de daños a vacas en el sector occidental y las escasas quejas en el oriente

R. Muñiz

León

Miércoles, 28 de abril 2021, 10:44

La población de oso pardo cantábrico crece a un ritmo anual del 10% lo que ha propiciado que deje atrás la categoría de especie en peligro crítico de extinción y suponga nuevos retos para su gestión. Entre ellos «se encuentra la mitigación de los daños sobre los intereses humanos, como la ganadería y la agricultura», considera la Fundación Oso Pardo (FOP) en su último libro.

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La investigación revisa los expedientes por daños pagados por las administraciones autonómicas de Asturias, Cantabria, Castilla y León y Galicia. Entre 2009 y 2018 suponen 5.849 ataques denunciados, por los que en conjunto se abonaron unos 250.000 euros anuales. El 63% de los expedientes los concentra el Principado, con 3.591 casos, con León como la segunda zona más afectada.

El caso de León

En el caso de la provincia leonesa la expansión del oso suma 1.357 ataques a colmenas, ganado y frutales en diez años. La mayor parte de los ataques se concentraron en las colmenas, con 1.064, y los frutales, con 92 ejemplares dañados. Pero no son los únicos, los plantígrados también dañaron 11 silos de hierba y 30 caballos en la provincia.

Además la Fundación Oso Pardo (FOP) tiene confirmados 77 ataques a vacas, 69 a ovejas y cuatro a cabras, además de 11 daños en otros elementos animales o estructurales no identificados.

«Considerando la cuantía económica abonada entre 2013 y 2018» y el tamaño estimado a las poblaciones, resulta que los daños «han supuesto un desembolso de 823 euros por oso y año». Es un dato que «supone menos de la mitad de la compensación económica media pagada en el conjunto de Europa, que alcanza los 1.800 euros por oso y año».

Daños

De los 2,5 millones abonados en compensación por esos daños en las cuatro comunidades «más de tres cuartas partes, 1,9 millones (76%) ha correspondido a daños a colmenas». Se trata de un ataque que ha venido disminuyendo mientras crecen los de frutales y ganadería. En 2009 los daños a colmenas suponían el 64% de expedientes y en 2018 eran el 33%. Esa reducción «se ha producido a pesar de que la población de osos se ha incrementado», algo que sugieren puede obedecer «al enorme esfuerzo» hecho para proteger los colmenares en zonas oseras.

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La FOP recuerda que los osos «son básicamente vegetarianos y consumen proteína animal en forma de carroña e invertebrados, pero pueden actuar como depredadores oportunistas atacando a ungulados silvestres, generalmente crías o domésticos». En la mayoría de las poblaciones oseras europeas «los daños sobre el ganado consisten principalmente en ovejas. Por eso resulta muy llamativo el predominio del ganado vacuno entre los daños atribuidos en la Cordillera Cantábrica», manifiestan.

Ataques reales y no reales

La FOP sospecha que los expedientes de ataques al ganado «no representan los ataques reales». Además a su juicio «resulta ilógico» que se concentren «casi en exclusiva en pocos municipios del núcleo occidental, cuando en el sector oriental los osos conviven con una extensa cabaña ganadera sin que se reclamen daños». Por ello proponen un «protocolo exhaustivo de inspección» para discernir entre otros los ataques reales de los actos en los que el oso aprovecha la carroña de un animal ya muerto.

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