Escuelas con carreteras en vez de pasillos

Aulas enclavadas en paisajes naturales que cortan la respiración, embriagadores perfumes silvestres que se cuelan por las ventanas, un puñado de alumnos multinivel en cada clase y muchas ganas de aprender. Estas son algunas de las peculiaridades de la escuela rural.

Aunque en algunas ocasiones ha sido denostada dentro del panorama educativo, lo cierto es que las cifras avalan la metodología del Colegio Rural Agrupado, CRA. Gracias a ellos el archinombrado informe PISA otorga excelentes resultados a Castilla y León; una de las comunidades autónomas con mayor número de centros de este tipo.

Durante la época de pandemia, los colegios rurales se convirtieron en un freno al coronavirus. El menor número de alumnos por aula, la relación familiar entre muchos de ellos y un mayor espacio fue ventajoso a la hora de afrontar «la nueva normalidad».

«Somos un único colegio, pero los pasillos son las carreteras entre los pueblos», así responde Marta Álvarez, profesora desde hace 17 años del CRA Valle de Boeza (Bierzo Alto), a la pregunta. Los colegios rurales agrupados surgieron con la idea de superar el aislamiento de algunas escuelas unitarias.

En estos centros educativos, cada aula de educación infantil y primaria se sitúa en una de las localidades de la zona de influencia. Por norma general, uno de los centros asume las tareas de gestión y administración del CRA. Así, en el caso de Marta, el CRA Valle de Boeza dispone de aulas en Folgoso de la Ribera, La Ribera de Folgoso, Albares de la Ribera y Las Ventas de Albares, con un total de 67 alumnos en el presente curso 2022/2023.

La profesora Itziar Gónzalez destaca la importancia del contacto con el entrono. «Yo estoy en el área de Ciencias Sociales trabajando los sectores primarios. Pues visitamos una ganadería, nos cuentan cómo es su día a día. O en el caso de los animales vamos a buscar huellas en el monte, excrementos y hacemos un cuaderno de campo», puntualiza.

Son varias las peculiaridades que los profesores destacan de este tipo de centros. La atención suele ser más individualizada debido al menor número de alumnos por aula. Asimismo, las clases multinivel fomentan la autonomía de los pequeños y la responsabilidad de los más mayores.

Cada aula cuenta con un tutor que imparte las asignaturas comunes, como lengua, matemáticas o sociales…mientras que los especialistas itineran entre las clases para impartir música, inglés, educación física y religión. «»Más o menos tienes los mismos temas de trabajo pero más complejo para los mayores y más sencillo para los pequeños«, asegura González mientras que Álvarez señala que los alumnos de más edad son una fuente de eneseñanza constante para los pequeños además de desarrollar más los valores humanos.

A diferencia de colegios situados en núcleos urbanos mayores, los centros rurales agrupados se retroalimentan de su entorno. Cabe destacar el papel dinamizador y de cohesión del territorio que ejercen estos centros, que en muchos casos se convierten en sede cultural del pueblo, como es el caso del Valle de Boeza donde los alumnos acuden todos los días a la tienda a comprar su almuerzo

Así lo confirma Itziar quien señala que la relación con las familias es tan interesante que este debería ser el modelo de referencia para el resto de los colegios.

Además, todos los profesores del rural coinciden en que el cierre de un colegio acerca al municipio a su muerte. «Hay colegio por lo que en el pueblo se asientan familias con niños, eso lleva a que haya servicios y en definitiva vida», destaca Marta.

Quien escucha por primera vez cómo es la enseñanza en un colegio rural siempre se hace la misma pregunta ¿cómo se organizan los profesores?. A diferencia de lo que se pueda pensar, los maestros coinciden en que a nivel personal y académico un CRA es muy enriquecedor. Y es que estas agrupaciones generan aulas heterogéneas con unas necesidades y dinámicas muy diferentes de las de los centros urbanos, por lo que los profesores deben asumir metodologías distintas.

Marta quien destaca que este tipo de educación tiene muchos beneficios y enriquece el aprendizaje. «Se fomentan los valores humanos de manera muy fuerte porque los mayores están constantemente protegiendo a los pequeños y a la vez repasando contenidos anteriores, los nuevos aprendizajes se refuerzan sobre una base más consolidada. La educación es más individualizada», atestigua.

Ninguno de los maestros niega la complicación del trabajo. «Pero cualquier profesor, independientemente del centro, necesita mucha dedicación», asegura Itziar quien destaca que no le gustaría estar en un colegio grande.

Coinciden los protagonistas señalando que en la facultad no se les preparó para este tipo de enseñanza, a pesar de que las aulas formadas por alumnos de diferentes edades han sido la tónica general en España. «Cuando sales de la facultad no tienes conocimiento alguno de los CRA, pero después te va enganchando y no quieres saber otra cosa«.

A pesar de la creencia errónea de que los alumnos de estos centros aprenden menos, las pruebas desmienten esta afirmación. Y es que los profesores deben trabajar siempre de manera digital al no tener un claustro físico.

Desde el CRA Valle de Boeza además se alegran de poder contar con un proyecto de digitalización que está permitiendo actualizar los dispositivos.

Lo explica Itziar quien señala que este proyecto de innovación educativa permitirá aproximar el aula del futuro al CRA TOTAL 5 «Creando proyectos de innovación educativa».

A pesar de este hecho, si critican desde el profesorado la falta de apoyo de las administraciones para estas aulas. «Pensando administrativamente no interesan estos colegios. Son más centros a calentar, más maestros..Si solo se miran los número no van a luchar por ello pero los que estamos en una escuela rural sabemos que esto es oro», matiza Marta.

Los verdaderos protagonistas de este tipo de enseñanza son los alumnos, quienes reciben los conocimientos y se adaptan a las clases. Marcelino García Tedejo es Ingeniero Informático y actualmente tiene 37 años. Fue alumno del colegio de San Justo de la Vega, que actualmente forma parte del CRA Vegacemar (110 alumnos en la actualidad tal y como publica su web). La época en la Marcelino era estudiante de primaria, los colegios rurales vivían una época dorada ya que eran numerosos los alumnos que acudían a estos centros. De hecho, las aulas que ahora forman el colegio, (Nistal, Sueros de Cepeda, San Román de la Vega y Val de San Lorenzo) formaban centros independientes. «Iban bajando año a año, pero del mismo curso éramos entre 13 y 15 alumnos. Solían unir dos cursos en un aula», destaca.

García Tedejo asegura que vivió una experiencia beneficiosa y señala que los alumnos de estos centros recibían una mayor atención que los que iban a colegios más grandes puesto que las aulas no estaban masificadas. «Creo que era la mejor opción con diferencia». Asegura que nunca notó la diferencia o falta de atención aunque las clases incluyeran alumnos de diferentes edades. «Además los profesores nos conocían y nos daban una atención más individualizada», subraya.

Marcelino también destaca que los alumnos de este centro escolar han establecido una relación muy fuerte con el entorno, favoreciendo el asentamiento de la población. «De mi generación quienes se han ido, no ha sido muy lejos», lo cual implica que los pueblos sigan forjando su vida para luchar contra la despoblación.

Así, lejos de lo que el imaginario popular pueda pensar, los CRA no solo llevan la educación a un nivel de excelencia sino que la escuela rural debe crecer para seguir forjando una base sólida en los formadores de la sociedad futura.

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