El ajo es el rey de Veguellina de Órbigo. Y el Carmen su día desde hace 67 años, porque hoy, como cada 16 de julio, el municipio leonés celebra la feria de este producto, en un certamen que también incluye ropa y artesanía en sus ... dos centenares de puestos que jalonan el centro de la localidad. Pero el virus, cómo no, ha podido con el certamen, que reúne en una sola jornada entre unas 10.000 y 15.000 personas.
«La cancelación de la feria del ajo no es la única; todos los actos han sido suspendidos y tampoco abre la piscina», cuenta con pena Balbino Santos, que lleva 48 años en el pueblo y es concejal de Ferias, Fiestas y Mercados, el departamento que organiza esas actividades. Entre las funciones municipales de este prejubilado de banca –«cumplo ahora 65 años y ya seré jubilado», indica– también están los dineros, porque su concejalía es asimismo de Hacienda.
Tanta suspensión de actos deriva de la dureza de la pandemia en Veguellina de Órbigo. «Ha habido bastantes fallecidos, unas cuatro decenas, en las residencias, y algunos no eran del pueblo; sólo en marzo hubo 14 defunciones que para un pueblo de este tamaño son muchas», explica con tristeza Balbino.
Desgrana lo que es un verano atípico en una localidad que vive con intensidad el periodo estival. «Con lo que ha ocurrido, con esas cifras, hay ciertos reparos en cualquier cosa, como el simple hecho de ir a una terraza», asegura para explicar a continuación que «en otros lugares cercanos, como La Bañeza, que está a 15 kilómetros, sí ha abierto la piscina; aquí no ha sido posible y ni tan siquiera en el río se puede uno bañar, aunque se utilizan las instalaciones, su arboleda».
De vuelta a la añorada feria del ajo, cuyo concurso de ristras es lo más esperado, Balbino detalla «que es el momento cumbre del verano en Veguellina, porque después de esa jornada se celebran las fiestas el fin de semana inmediatamente posterior». «Son 200 puestos, miles de visitantes y todos hacían caja, sobre todo los bares», añade y define la situación de cancelación como «un importante palo económico».
El verano duplica la población en el municipio leonés, que cuenta con «2.974 habitantes censados, exactamente, y que en las elecciones de hace un año tenía 3.001, un cifra curiosa». «La gente ha buscado casa, porque el camping también está cerrado y todos quieren salir de las ciudades al sentirse más seguros en un pueblo», señala Balbino, muy conocido en la comarca por su trabajo en banca y ahora por su desempeño municipal.
Medidas abrumadoras
Balbino, como todos los vecinos de Veguellina, echará de menos la piscina y sus instalaciones del camping. «Es duro pero las medidas para abrirlas eran abrumadoras; no ha sido el coste o el ahorro que supone, sino el problema que pueda representar un rebrote, que si sucediera allí creo que tendríamos que cerrarlas para toda la vida». «Son 12 personas que se contratan y esta vez no ha podido ser», agrega con preocupación.
Lo que sí está abierto es la guardería «para que las familias puedan dejar a los niños», en una situación ante la que Balbino, a pesar de todo, es optimista. «La meta se ve y la luz al final del túnel ya parece que está ahí cerca, aunque este será un año perdido en todos los sentidos porque no se puede hacer nada». «Ya ves esperanza, porque no oyes que haya habido más muertes, como ocurría hace muy poco tiempo», asegura para desear «que volvamos a ser como antes».
Y mientras esto ocurre, los vecinos de Veguellina y su comarca reinventan un verano muy particular en el que el ajo no será el rey por un día, ni las fiestas ese lugar de encuentro con los hijos del pueblo que un día tuvieron que salir a buscar oportunidades. Balbino cree que «es complicado que ahora regresen para quedarse en teletrabajo, aunque tratamos de pasar el verano de la mejor manera posible».
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