Agujero creado por el cuélebre en la peña. Inés Santos

El 'cuélebre' que secó La Vid

Una leyenda, con una criatura vil y egoísta, lleva cada 10 de agosto, coincidiendo con el día de San Lorenzo, a los vecinos de esta localidad gordonesa a una marcha con el alba hacia la ermita de San Lorenzo, en lo alto de una de las montañas que dan cobijo al pueblo, la peña de La Gotera

D.GONZÁLEZ | R.FARIÑAS

La Vid de Gordón

Domingo, 4 de noviembre 2018, 10:41

Las leyendas forman parte de la cultura española y leonesa y tratan de explicar algunas tradiciones, creencias y rituales que, sin ellas, no tendrían explicación. En La Vid de Gordón todos los veranos, el 10 de agosto, día de San Lorenzo, emprenden una temprana marcha con el alba hacia la ermita de San Lorenzo, en lo alto de una de las montañas que dan cobijo al pueblo, la peña de La Gotera.

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En La Vid todos conocen quién fue San Lorenzo y sus heroicidades. Es el patrón de la localidad y, según cuenta la leyenda, salvó al pueblo siglos atrás de una criatura vil y egoísta, el conocido como el 'Cuélebre de la Gotera'.

Esta criatura, una serpiente de grandes dimensiones que cruzaba el valle de la Gotera, un rincón sombrío a las afueras del pueblo, reteniendo el agua del río Bernesga con su panza, impidiendo que los agricultores del pueblo pudieran regar sus campos y condenarles a la hambruna.

El acuerdo era sencillo: el cuélebre liberaría el agua del río a cambio de que cada uno de los vecinos de La Vid le diera una oveja diaria. Pero llegó el día en el que era el turno de uno de los vecinos que no poseía ovejas para pagar el tributo, ante lo que el cuélebre pidió como compensación a su única hija.

Encomendados a San Lorenzo y sus hermanos

Ella se encomendó a San Lorenzo, que estaba en la guerra en Tánger, para que la salvara. Junto a sus dos hermanos, San Vicente y San Pelayo, se enfrentaron al cuélebre. Su receta para derrotar a la criatura fue debilitarla para después rematarla. Para ello, elaboraron una torta con tierra carbonosa de la zona, cobre de Cármenes y óleo para engrasar los carros.

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Esta mezcla provocó una indigestión al cuélebre, momento que aprovechó San Lorenzo para darle una lanzada mortal a la criatura.

El bramido del cuélebre fue tan angustioso y fuerte que los dos hermanos menores de San Lorenzo murieron del susto que se llevaron. Antes de regresar a Tánger para continuar con la guerra, San Lorenzo decidió dar sepultura a sus hermanos. Cogió una mula que cargaba una gran piedra de alabastro y se llevó los cuerpos de sus dos hermanos para subir a la cima de la peña de la Gotera, ruta de la que, según dicen los naturales de la zona, aún queda constancia con las huellas de las herraduras del animal en el camino hasta lo alto de esta montaña.

Una vez en la cima, San Lorenzo utilizó la losa que cargaba la mula para construir un sepulcro para San Vicente y San Pelayo y con las costillas del cuélebre logró levantar las paredes de la ermita en la que según cuenta la leyenda, descansan los cuerpos de ambos santos.

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