Juan Carlos Gutiérrez y Toni Arnaldo, responsables de los negocios de la AP-66. Lucía Gutiérrez

La crisis que deja el desprendimiento en la autopista del Huerna: «Recuerda a la pandemia; es como un mal sueño»

Los negocios de la zona tendrán «servicios mínimos» y se verán afectados por la pérdida de clientes, mientras creen que la carretera tendrá restricciones al menos un mes

Martes, 12 de noviembre 2024, 08:03

Son casi las tres de la tarde. Hace solo 24 horas, este local se encontraba repleto de aficionados del Sporting de Gijón que volvían a casa y hacían parada en el área de servicio de Rioseco de Tapia, en la AP-66. Sin embargo ahora acumula mesas vacías, apenas cuatro clientes para cuatro camareros y las horas pasan con la incertidumbre de cuándo volverán a tener esa carga de trabajo.

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Es la consecuencia económica del argayo que ha cortado la comunicación entre León y Asturias por la autopista del Huerna. Las dos estaciones de servicio del tramo que transcurre por la provincia leonesa se han quedado prácticamente sin clientes, especialmente la de Caldas de Luna que se encuentra entre La Magdalena -desvío obligatorio- y el desprendimiento. «Fue la primera que lo notó. Una vez que pasó, se quedó sin tráfico y no hubo nada, absolutamente nada», explica Toni Arnaldo, responsable de ambos negocios hosteleros.

Mientras Pajares aparece «colapsado», como reconoce el propio encargado, que ha venido desde Asturias, la gente no puede acceder a la autopista.

Caldas de Luna se mantiene con «servicios mínimos» y Aucalsa -administradora del peaje- marca las pautas a seguir mientras avanza el desescombro. «Allí, ahora, solo pueden acceder los trabajadores de la autopista, los operarios de los túneles y la gente del pueblo. Nadie más», explica. Mientras, Rioseco de Tapia tuvo el domingo una gran afluencia de gente que ha desaparecido tras expandirse la noticia del cierre de la vía a partir de La Magdalena.

«Allí, ahora, solo pueden acceder los trabajadores de la autopista, los operarios de los túneles y la gente del pueblo. Nadie más»

Toni Arnaldo

Responsable de estaciones de servicio

El negocio vive estos días y la incertidumbre del futuro «como en la época de la pandemia» que dejó una autopista «fantasma, sin tráfico de ningún tipo», recuerda Toni. «Llevábamos una temporada bastante buena y que vega este golpe, como cuando la pandemia, es como un mal sueño».

Los trabajos para reabrir el paso se encuentran en estudios previos para aligerar una vía de doble sentido desde la calzada con dirección a León, mientras que despejar el resto «va a llevar un tiempo» debido a la gran cantidad de piedra que cayó.

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Los negocios afectados

También ha visto bajar el número de clientes el Restaurante Santa Lucía, a la salida del peaje en La Magdalena, un desvío utilizado por muchos leoneses para evitar el coste del último tramo de autopista hasta La Virgen del Camino. «Estamos con inquietud y pendientes de lo que hay. Éramos un punto de referencia y estamos a la espera de que se abra y se vuelva a la normalidad», explica su propietario Juan Carlos Gutiérrez.

«Dentro de tres o cuatro días sabremos cuánto se pierde. Aunque aquí solemos tener gente, algo se notará»

Juan Carlos Gutiérrez

Dueño del Restaurante Santa Lucía

Este lunes aún servían alguna comida a trabajadores de la zona y ya empiezan a notar que el número de servicios ha bajado. «Dentro de tres o cuatro días sabremos cuánto se pierde. Aunque aquí solemos tener gente, algo se notará».

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Los clientes acudieron a esta casa en las primeras horas del cierre con la confusión de la nueva situación. «No sabían el motivo, pero ahora ya se han enterado por las noticias». Una controversia que Juan Carlos cree que irá «para un mes» por la cantidad de tierra caída sobre la calzada.

«La carretera ha quedado incomunicada y solo podemos pasar los que estamos aquí»

Juan Francisco Gómez

Operario en la AP-66

En el Santa Lucía está Juan Francisco Gómez, que trabajaba en una ladera «a 100 metros» de la zona desprendida este domingo. «El argayo tiene unas dimensiones supergrandes; se ha venido la mitad de la montaña para abajo», cuenta una de las pocas personas que lo ha podido ver. Su equipo trabaja en una carretera que ahora no tiene tráfico y confía en que «en uno o dos meses» se pueda reabrir. «La carretera ha quedado incomunicada y solo podemos pasar los que estamos aquí».

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Esta circunstancia contrasta con el incremento de ventas que están experimentando en la N-630, la carretera a la que se ha desviado el tráfico entre León y Asturias, y las quejas de los vecinos de la misma que han visto perturbada la tranquilidad de una zona que contaba con la autopista como vía de escape.

Primera solución

Un carril en cada sentido para devolver el tráfico a la León-Campomanes. El ministro de Transportes anuncia que se colocarán unas «pantallas dinámicas que impidan que si hay más desprendimiento lleguen hasta el bypass» que se construirá en unos trabajos que «van para largo».

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