Un cazador por el campo con su perro.

La caza renace en otoño «sin relevo generacional»: «Hacía tiempo que no se veía tanta perdiz»

La caza menor se abre este domingo 27 de octubre y la caza mayor continúa centrándose en el corzo y el jabalí

Miércoles, 23 de octubre 2024, 08:13

Es una pasión, una forma de vida que adquiere el máximo sentido cada fin de semana de otoño e invierno cuando se deja la ciudad para adentrarse en el monte rifle en mano y el perro acompañándote. Es una de esas actividades que sobrevive a modas y políticas a base de esfuerzo y lucha por parte de los cazadores.

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«Es mucho más que un disparo», afirma Miguel Fierro Casado, delegado territorial de caza en León. Con el orgullo que supone ser uno de los pocos que mantienen en vida una práctica milenaria, Fierro se erige como una de las figuras principales entre los cazadores leoneses con un conocimiento que asusta. El cuarto domingo de octubre se da el pistoletazo de salida para la temporada de caza menor en la provincia leonesa, aunque las expectativas de liebre en León no son muy halagüeñas: «Los galgueros llevan cazando desde el día 12 de octubre y quedarán muchas menos». No es el caso de la perdiz, de la que «hacía mucho tiempo que no se veían tantas bandadas».

Consecuencias del monocultivo

Si el número de liebres no será muy extenso, las condiciones del terreno donde se habitúan a cazar tampoco es que sean muy favorables. «Hay una gran cantidad de maíz y girasol este año y eso dificulta las carreras de los galgos», explica Miguel, «los monocultivos suelen empeorar las condiciones de caza porque los perros tienen más dificultades para correr y perseguir el objetivo».

De conejo habrá una población «aceptable» siempre y cuando «respete la mixomatosis» (una enfermedad viral muy contagiosa con alta tasa de mortalidad entre conejos), situación parecida a la de la torcaz, «que últimamente está viniendo muy fuerte», comenta Miguel Fierro.

Caza mayor y ética con el animal

Desde el último domingo de septiembre está abierta la caza mayor, permitida hasta la cuarta semana de febrero de 2025. Esta tipología de caza aguarda animales desde el ciervo hasta el jabalí, pasando por el corzo y el muflón. Es el jabalí uno de los animales más típicos a la hora de salir durante esta época, aunque tiene una desventaja notable: la gente lo caza todo el año. «Muchos no tienen respeto por el animal y no respetan los ciclos de reproducción del jabalí», dice, a la vez que reconoce que «le tiran todo el año de todas las maneras y no se puede seguir así». «Es una falta de ética enorme por parte del cazador», sentencia el delegado territorial.

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Uno de los cazadores que sí respeta y sí que sabe cuándo y de qué manera cazar es Carlos Pérez Vera, un leonés que lleva la actividad cinegética en las venas que desde pequeño acompañó a su padre al campo y ahora hace lo propio con su hijo, que va con él desde que tenía cuatro años. A rececho cazando corzos, «porque es lo más barato», con su hermano o en montería, Carlos viaja a la montaña la mayoría de fines de semana, aunque eso no supone cazar como tal. «Yo puedo salir 40 ó 50 días y disparar 10 veces», explica haciendo entender que el hecho de ir a cazar no es sólo disparar.

«Este año a rececho no he matado nada», asegura, «la gente no entiende que lo que nos interesa a nosotros es que haya animales en el campo». Y aquí explica, una vez más, que no se trata sólo de disparar: «Cuando sales no tienes por qué disparar, puedes ir para evaluar cómo está la cosa y ver si te merece la pena o no matar al animal porque a lo mejor es demasiado joven y el año que viene será mas grande», comenta, «por lo que los cuernos también serán más grandes».

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Relevo generacional

En su armero personal, Carlos cuenta con tres rifles: dos para matar a rececho y uno para las monterías, dos prácticas muy diferentes. A rececho no se va en grupo, se va sólo -a lo sumo con una o dos personas más-, mientras que en una montería hay un grupo grande de personas. Las monterías son un perfecto termómetro para medir si existe el relevo generacional de la caza, aunque el leonés no es muy esperanzador en este aspecto: «Tengo 58 años y en las monterías a las que suelo ir igual soy el más joven», subraya. «Los jóvenes que suele haber son nuestros hijos que sí vienen», si bien de vez en cuando éstos invitan a algún amigo. «Los amigos de los chavales vienen una vez y ya, porque igual ese día llueve, están cinco horas empapándose y al siguiente fin de semana ya te digo yo quien vuelve. Él no».

Una vez matado el animal, es hora de repartir la carne. Punto en el que en el coto frecuentado por Carlos hay un pacto de caballeros en el que la carne del animal es para la gente del pueblo y lo sobrante para los cazadores. «Eso se hace a no ser que tenga muchos tiros y no se pueda aprovechar, que en ese caso se la damos a los perros», incide.

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La caza llega a una de sus temporadas clave durante el año y la situación en León es beneficiosa para la perdiz, conejo y torcaz en caza menor, mientras que para la caza mayor cuantitativamente no se puede quejar, ya que «hay monterías y cotos con animales por toda la provincia». «Ahora hay jabalís en muchos sitios, muchos más que antes porque como en los montes no hay comida para jabalís ni para corzos se bajan a donde está el hombre y además así se alejan del lobo», advierte Carlos.

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