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Entre muros de piedra y madera, la casona-palacio de estilo barroco que utilizaron los nobles leoneses en la Edad Media, sirve ahora como experiencia inmersiva en la naturaleza y la historia de una comarca.
La Casona de Murias de Paredes, que perteneció a los Condes de Luna en el siglo XVII, es hoy una oficina de turismo y centro de recepción de visitantes a la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna.
Pilar Álvarez, técnico de turismo, reconoce que este no es «un centro al uso ni un museo» y muestra un espacio inmersivo con técnicas modernas que introduce al visitante en el papel de las personas que habitaron estas tierras tiempo atrás.
Desde un tour virtual por la comarca, hasta incorporarse a un filandón con las leyendas de Omaña y Luna. La casona también abre las puertas a una escuela tradicional de los años 60 y a colecciones de lo más variado.
Exposiciones temporales de diferentes artistas completan las actividades que ofrece la casona a los más de 5.000 visitantes que anualmente recibía antes de la pandemia. Y, aseguran, la mayoría se marchan «sorprendidos» con lo que se encuentran. «Los mayores se emocionan al ver elementos que ellos han conocido; la gente joven, muchos hoy sin pueblo, les encanta poder conocer y saber cómo funcionaban elementos como los molinos o tradiciones más arraigadas de becerras, trashumancias o el toque de la campana».
Este espacio de interpretación de la naturaleza y el patrimonio etnográfico de la zona es propiedad de la Fundación Álvarez-Carballo y fue cedida al Ayuntamiento por 50 años para su reconstrucción. Pero su historia se remonta mucho más atrás. Antes fue cuartel de la Guardia Civil y casa nobiliaria de paso hacia Babia. Los escudos de las familias Quiñones-Flores y Porras-Valcarce coronan la entrada como testigos del paso del tiempo y de las primeras generaciones de «apellidos omañeses de toda la vida».
Exposiciones temporales de diferentes artistas completan las actividades que ofrece la casona a los más de 5.000 visitantes que anualmente recibía antes de la pandemia.
Todo ello en el corazón de un municipio con 15 pueblos y apenas 400 habitantes que hoy vive de la ganadería y los valores turísticos que ofrece: el Camino Olvidado, los elementos singulares de la zona y la naturaleza. «El paisaje es espectacular. Da igual la época del año que sea. En primavera tenemos brezos floridos y en otoño contrastes de ocres, rojizos y verdes. No tiene desperdicio».
Desde el año 2018, la Casona de Murias de Paredes ofrece un proyecto inmersivo en las raíces de este valle en el que nace el río Omaña y que da nombre a la comarca. Una oportunidad de acercarse al pasado de la provincia en un espacio que conjuga la antigüedad de sus muros con la modernidad de una exposición diferente.
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