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A pocos kilómetros del inicio de la subida del Puerto de Pajares se encuentra un antiguo edificio con más de un siglo de historia y que ahora aguarda a «Casa Maragato», un mítico bar de los de toda la vida y por el que han pasado ilustres personajes: desde cantantes hasta actrices, pasando por toreros. Es un sitio añejo, de los que tienen solera, aquellos en los que nada más entrar respiras historia. Ahora, está regentado por Tere y Juan, que son la quinta generación que se hace cargo de este emblemático establecimiento.
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Se podría denominar como un lugar de paso. En la actualidad lo es, no así hace años cuando Busdongo tenía vida gracias a sus más de mil habitantes que dedicaban sus labores al ferrocarril -ahora son 17 en el pueblo-, que pasaba y paraba allí, y tanto los residentes del pueblo como los que iban y venían hacían su parada en el local. Además, el edificio se encuentra a pocos metros de la estación. Simple por fuera, por dentro está lleno de cosas: fotos, recuerdos, botas de vino... aunque sobre todo hay botellas de cristal con arenas de una ingente cantidad de playas de todo el mundo. Tere, la dueña actual del local junto con Juan, su marido, nos cuenta que tienen ya 1100 botellas que gracias a la pandemia pudo ordenar por continentes.
Casa Maragato es un sitio habitual y casi obligatorio para los asiduos asturianos que bajan a León y viceversa. Es uno de los nexos que unen a Asturias y León. Famoso por su embutido y sus 'vinos y licores' -esto último acompaña al nombre del restaurante en el cartel exterior del edificio-, entras y se respira un ambiente familiar que hace que uno se sienta como si fuera su casa. Sin modernidades, los muebles son de madera buena y antigua, algo que no tienen previsto cambiar.
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Sin una fecha exacta de fundación, Tere calcula que se inició a mediados del siglo XIX por un escrito que data del año 1847 que habla sobre lo que hoy es la propia Casa. La razón de ser de Casa Maragato, nos dice, está en la visión que tuvo su tatarabuelo al abrir el negocio en un contexto donde el ferrocarril se había presentado en la zona y el número de pasajeros aumentaba día tras día, por lo que él abrió una venta con cuadras donde aguardaban las mulas que ayudaban a llevar el grano, cereal, vino y demás productos de un lado a otro. Y en un punto estratégico al ser la última villa antes de iniciarse el Puerto.
El punto en el que se encuentran está protegido por la Reserva de la Biosfera, debido a que es un auténtico paraíso natural de vegetación pura donde apenas el ser humano ha puesto la mano. De ahí que tengan ese punto extra donde, sumado al entorno exterior, los productos de ultramarino que se vendían ya antiguamente en ese mismo sitio se sigan comercializando hoy con la máxima calidad posible. Precisamente otra de las claves de Casa Maragato está ahí, apunta Tere: su padre decidió no cambiar el modelo de negocio del ultramarino y seguir aprovechando las ventajas únicas que tenían para continuar explotándolas.
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Así, Casa Maragato es bastión de la tradición, de la costumbre y del buen comer. Aunque es sinónimo de muchas cosas, lo es especialmente de personalidad. Ni el éxodo a las ciudades, ni el fin del ferrocarril ni la pandemia han conseguido hundir este emblemático lugar a orillas del Puerto de Pajares.
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