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rubén fariñas e Inés santos
Canseco
Jueves, 21 de junio 2018, 11:13
Quien no conoce su historia está condenado a repetirla. Quizá por ello, la mejor manera de recordarla no sea acumulando muertos en fosas comunes.
En evitarlo trabaja la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica que estos días se encuentra en Canseco tratando de «devolver a la vida» a tres milicianos muertos en combate.
Sitúense en octubre de 1937. El Frente Norte caía en esta localidad leonesa ante el avance de las tropas sublevadas.
Tres republicanos fallecían y fueron trasladados a este cementerio. Según se asegura en las crónicas de dicha localidad, fueron enterrados de forma respetuosa e incluso tuvieron una placa de recuerdo.
Uno de ellos fue Tomás Fernández, por quien su hijo ha luchado durante años para sacar de la fosa común en la que fue enterrado. La ARMH llegó a Canseco por la reclamación de la familia que creía que el progenitor podía encontrarse aquí.
Llegado desde El Entrego, en Asturias, este hijo de maquinista de Ferrocarriles del Norte había nacido en 1936 y, cuando cumplió seis meses, su padre se tuvo que ir a la guerra.
La historia de esta familia es una de tantas vividas y sufridas por los españoles en la Guerra Civil. Primero fue voluntario, luego fue requerido y tuvo que acudir al frente para nunca volver. Los últimos pasos del soldado fueron plasmados en unas cartas dirigidas a su mujer, Carmina Fernández, a quien su hijo busca que descansen juntos y en paz en Ciaño de Langreo.
Tomás se puso en contacto con la Asociación en 2012, y tras seguir varias pistas llegó a Canseco. Aquí descubrió el trágico destino, cerró un capítulo de su vida y el incivil recuerdo volvió a lo más profundo de su ser.
«Yo no sabía que estaba enterrado aquí porque mi madre no dijo nada. No me contó nada. No quería contar nada de la guerra», explicó a leonoticias en el propio camposanto. Profundamente emocionado, mientras recordaba el transcurso de los hechos, rememoró sus primeras cartas, a Salamanca y Barcelona, y una respuestas con la que no puede contener las lágrimas. «Una carta me dice que por méritos de guerra mi padre se convirtió en comandante… no se lo merece. No quiero verlo, me quiero marchar. Cuando veo eso me duele», asegura sin capacidad de mirar hacia la fosa.
En la fosa del cementerio de Canseco hay indicios de que están enterrados tres milicianos y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica baraja cuatro posibles identidades de las víctimas
- Tomás Fernández Fernández : nació el 12 de abril de 1906, estaba casado y tenía tres hijos. Trabajaba como maquinista de ferrocarriles y estaba afiliado a la C.N.T. Tras la caída del Frente Norte de León, murió en acto de combate con 37 años.
- Antonio Flórez González : vecino natural de Peredilla de Gordón, nacido el 25 de mayo de 1905. Según el acta de defunción de 1979, su viuda data su muerte el 15 de octubre de 1937 y la inhumación de su cuerpo en Canseco.
-Pedro Antonio Gutiérrez Rodríguez: vecino natural de Llombera de Gordón, nacido el 1 de diciembre de 1915. Según su acta, la familia data la muerte el 14 de octubre de 1937 'alcanzado por una bala en la guerra' y la inhumación de su cuerpo en Cármenes.
-Bienvenido Camporro Rodríguez: nació en Riaño-Langreo, el 27 de julio de 1908, estaba casado y residía en Pueblo de Ablaña en el momento en que el ejército franquista entró en Asturias. Murió en acto de combate en Canseco a los 28 años.
En apenas unas horas de trabajo, los arqueólogos lograron hallar un cuerpo. Arantxa Margolles es la encargada de organizar las operaciones. «Excavamos toda esta parte y tuvimos la suerte de que el primero apareció muy pronto, a 20 centímetros del suelo, y en ello estamos; el problema es que solo encontramos uno de los tres».
Bajaron el nivel en busca de un segundo cadáver, pero alcanzaron la capa de roca y no apareció nada. La segunda opción era mirar debajo de un nicho de construcción reciente por si pudieran estar ahí.
El cuerpo encontrado se encuentra «bien conservado para lo que nos solemos encontrar», aunque está revuelto en la zona de manos y pies y deben trabajar con mucho cuidado y herramientas muy finas como el bisturí o cuchillos muy pequeños. Además, la zona de las costillas están muy tocadas y su objetivo es sacarlo sin romperlo.
12 personas se afanan por localizar a Tomás Fernández, Antonio Flórez, Pedro Antonio Gutiérrez o Bienvenido Camporro, los cuatro hombres que podrían encontrarse en la fosa.
Unos palean, los que tienen mejores capacidades físicas; otros estudian los restos y se ayudan de técnicos; un equipo de antropólogos dará información sobre los restos y un grupo se dedica al cribado de tierra.
«Paciencia y cuidado» son la clave del éxito. Y, junto a ellos, han llegado desde California dos profesores –Juan José Gutiérrez y Gerald Shenk- y unos estudiantes de Antropología de California State University Monterey Bay.
«Buscaba hacer una antropología social, que no fuera solo asignado, sino una finalidad y algo potente con resultado social», aprecia el profesor de Antropología Cultural. Los alumnos tienen que aprender metodología y hacerlo con asociaciones para desarrollar trabajos. «Lo que estamos buscando es colaborar con la asociación para que quede capacidad instalada; no nos vale con venir un ratín, es qué puedo dejar para que les sirva y hablamos de protocolos y maneras de recoger y analizar datos que permitan dar el perfil de la gente que están encontrando».
Una de las alumnas, Marilyn Moraz, llegó a León para trabajar en un programa de Cruz Roja, en Boñar, y está dispuesta a regresar para escribir y contar al resto de estudiantes lo que han hecho en la provincia. «Esto es algo que nunca aprendí en la escuela ni en la universidad, solo en este programa y es una historia muy importante».
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha realizado más de 200 intervenciones en toda España y ha exhumado 1.500 cuerpos. Su actual trabajo, en Canseco, servirá para rescatar del recuerdo a nuevas víctimas de una vergonzante guerra.
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