Un calendario inverso para predecir el tiempo

¿Quién no ha oído, si en marzo mayea en mayo marcea, o por san blas la cigueñas verás y si no la vieres año de nieves? Quizás la naturaleza nos da más pistas de las que pensamos, si las aves que emigran, no crían en su tiempo, es que el otoño va ser duro, si los árboles de hoja caduca amarillean antes de tiempo, es que el otoño llega antes. Y aquí llega la guinda del pastel...

Las cabañuelas en Astorga, las temporas en el País Vasco y los surtimientos en Valdelugueros son un método tan antiguo que ni siquiera se conoce cuando comenzó. De generación en generación se ha ido herendando una técnica tan simple como sofisticada: la observación.

«Los surtimientos empiezan el 1 de agosto» ese día se relaciona, precisamente, con el mismo mes y «van pasando los meses sucesivamente hasta el 12 de agosto que se correponde con julio y ahí empiezan los desurtimientos». A partir de ese día se empiezan a contar los meses al revés, «marcha atrás hasta el día 24 que se vuelve a corresponder con agosto». Cuando ya han pasado todos esos días «se compara la primera quincena con la segunda y ese es el tiempo que va a hacer el año que viene» explicaba Pedro Rodríguez, alguacil de Valdelugueros, con gran concentración.

Así es como se predecía el tiempo cuando no existían las nuevas tecnologías y así es como lo siguen haciendo los vecinos más nostálgicos de Lugueros. Y esta misma técnica es la que se utiliza para hacer el calendario zaragozano. Una previsión que permite saber como será el tiempo durante el año siguiente y que es «altamente fiable».

«Sí funciona, sí. Aquí hay mucha gente aficionada al zaragozano» que hasta lo compra y se rige por él. Pedro, incluso tiene «un vecino que que dice que según el zaragozano va a venir una nevada gorda y pocas veces falla».

Auque hay otros factores no climáticos, pero relacionados, que también ayudan a predecir, como las pocas avispas que se han visto este año o el temprano color amarillo de los chopos. Pedro se fija en todos ellos a pesar de que cada vez menos gente lo entienda. «Yo lo sé porque me lo enseñaba mi abuela y otras personas mayores de pueblos colindantes que lo apuntaban, pero esto que estoy contando creo que lo sepan cuatro en todo el ayuntamiento».

Pero seguirá vivo mientras personas como él sigan enseñándolo. Y Pedro, como no, se despedía con una previsión: 2023 será un año caluroso con alguna nevada de poca intensidad.